domingo, 28 de agosto de 2011

Intensiva

"Y conocé
que la vida no termina
donde vos lo ves
ser así no cuesta nada"
Babasónicos - Gratis


La terapia funciona. No sé exactamente para qué, pero funciona.
Decidí cambiar de psicólogo cuando llegué a la conclusión de que Julián se concentraba más en sus objetivos personales aplicados a mi tratamiento que en generar algún tipo de avance positivo en mí. Sus objetivos se centraban en separar a Agus de Mauro e ignorarme cada vez que hablaba en sesión. Eso, sumado a que Alberto, el papá de Agus, opinó que Julián llevaba bien las cosas. Too much. Hay muchas internas en esta cabeza, y la verdad es que Eugenia había elegido a Julián, pero gracias a Mau, este último tiempo soy yo quien está tomando las decisiones importantes. Elegí la carrera, por ejemplo. Elegí ser más que franca con Mau, dejar de estar corriendo atrás de los hermanos de Agus, dejar de soportar las pelotudeces de Alberto. Obligué a Agustina (y ella se enojó, lloró y sufrió) a ponerse en primer plano, a no dejar que los demás la fuercen a nada. A hacerse cargo, bah. Mauro fue la primer persona con la que hablé sin hacerme pasar por ella, y él me ayudó a salir del fondo. Soy el producto de años de abandonos y ausencias varias, y lo sé. Mi función acá sigue siendo la de protectora, pero ahora Agus sabe que puede confiar en mí para otras cosas, y eso es genial.
Hace un tiempo Mau estuvo del culo, así que Agus llamó a Juan, su terapeuta, preocupada, para saber de qué manera ayudarlo. Resultó que el tipo era un grosso como psicólogo, entonces se me ocurrió pedirle a él que nos recomiende un colega. Así llegué hace tres semanas al consultorio de Luis. La primer sesión fue casi una presentación. La segunda empecé a hacer presión para que me dejen hablar, pero Agus no me dejó. La semana pasada fuimos decididas. Ella, a hablar de mi, y yo a hablar de todos los demás. Ella tenía vergüenza de contar acerca de los diferentes habitantes de esta cabeza, pero Mau insistió en que era lo mejor que podría hacer. Y tuvo razón. Luis me escuchó, y palpó en seguida el cambio de Agus a mi; Johana. Sobre el final de la sesión, él me preguntó si quería juntarnos. Le dije que no estaba segura de que se pudiera, la verdad es que no quiero. No sé Agus, pero estoy disfrutando mucho la compañía de Mau, poder recorrer el mundo de su mano siendo yo, no Agus. Que me ame además de amarla a ella. Él me escucha y me contiene, me hace sentir bien, viva. No quiero perderme.
Luis tomó nota de cada uno de nosotros, y fue dos días después que me dí cuenta que me había olvidado de nombrar a alguien muy importante, y casi antagónica a mi; Soledad. Ella es quien llora y guarda las cosas que no puedo explicarle a Agus porque tampoco entiendo. Supongo no fue accidental mi olvido.
Sé que estamos encaminadas, que Luis va a ayudarnos. No sé a qué, pero bué.
Después de todo, la kamikaze acá soy yo.

sábado, 13 de agosto de 2011

La ventana

"Paguemos algo que todavía no rompimos
para que luego no nos vengan a frenar
y terminemos con el barco destrozado
y con los restos del naufragio
zozobrando por el mar"
Babasónicos - Tormento

Encerrarme. Eso necesito. Irme lejos, lejos, al lugar donde nadie llegaba, muy adentro mío. Y ahí, en ese recoveco, esa pieza de abajo de la escalera, enciendo la lamparita y veo fotos gigantes de Mau por todos lados. Quiero correr, gritar, escaparme, sentir euforia, dejar el ataque de pánico atrás. Ver todo por la ventanita chiquita que le puse, ver todo y que nadie me vea, esa sensación de ser un ojo, el ojo de Sauron, o lo que sea. Poner las cosas en perspectiva... y está él adentro, en todos lados. No es que quiera escaparme, ni alejarme, no. Simplemente necesito ver las cosas desde otro lado.
Él me ama sinceramente, y cuando digo sinceramente, me refiero a que me conoce tal como soy, y me ama, no quiere cambiarme. Y yo a él. De a poco, vamos conociéndonos... y me pregunto, será que siento que no estoy a la altura? que no lo merezco? será que tanto que pasó entre nosotros me hizo endurecerme? qué? Embebida en él, y en mi, no puedo pensar, separar qué es lo que realmente hay acá adentro, afuera del adentro más profundo. Me doy cuenta que por la ventana entra luz, y apago la lamparita. Entonces me llega esa fragancia suave, agridulce, que escapa de sus poros, la textura de sus besos, la profundidad en sus palabras. Me doy cuenta que estoy a la altura, que merezco ser quien soy en su vida, que puede ser que me haya endurecido, pero no para él. Que quiero seguir adelante.
Voy a asomarme a esa ventana... del otro lado estoy yo.  

viernes, 12 de agosto de 2011

Lluvia

Hoy es uno de esos días. Me levanto y no puedo despegarme la tristeza que me acompaña a veces. No tengo ganas de nada, quisiera acostarme y quedarme así las próximas doce horas. Tengo una entrevista, así que estoy a punto de entrar a bañarme. Está lloviendo, por momentos parece que es de noche, y el face de mierda que no me deja subir una foto. Estoy cansada del calentamiento global, que cambia el clima de las masas, tanto culo teta me da ganas de vomitar. Cansada de mi, también, de no poder llegar a un acuerdo con todos mis otros yo.
No tengo ganas de bañarme y salir, ayer no sé qué mierda me pasó en terapia, pero tengo un sabor amargo en la boca. Para peor, discutí con Mau, más que nada por mi estado de ánimo, y él me volvió a preguntar si quiero que sigamos juntos. Y quiero, la verdad es esa, pasa que estoy teniendo la sensación de que hay lugares de los que no puedo volver, al menos no sola. Cada vez que toco el tema, él se impacienta, me dice que todo lo que pasó entre nosotros fue necesario. No sé si para mí era necesario tanto dolor, cada vez que intento abordar el tema (toda esa mierda que no extirpé en su momento, por miedo a perderlo del todo), él no me deja hablar, no sé si por culpa o por qué. Incluso los demás trataron de decírselo; Joha con su frialdad, Fran desde la camaradería, Flor desde su inocencia, Euge con palabras bonitas... yo, con tristeza. Y la verdad, él está, me escucha en todo, me cuida, me ama. Sé que él me ama. El punto es que tengo esa sensación de que no puedo volver solita, de que necesito que él me traiga. Tampoco quiero cansarlo y alejarlo, así que básicamente no sé qué hacer.
Pero bueno, supongo que esto es pasajero, que solamente pasa porque hoy es uno de esos días.

jueves, 11 de agosto de 2011

Coche viejo


Los últimos días vinieron de charlita. Charlita un poco interna, y bastante externa, con Mau. Decidí que ya era tiempo de volver a terapia, y para eso le pedí al psicólogo de él que me recomiende algún terapeuta. Como resultado, tengo sesión mañana; para ver qué onda, básicamente. Espero que salga. Hoy volví a casa, después de una semana de estar en lo del ogrito, en eso de sostenerlo en los días difíciles. Volví a ver a mi viejo, después de una charla cuanto menos movilizante (para mí, a esta altura dudo de que algo lo pueda movilizar) la semana pasada. Marina tenía que ir al médico, así que allá fuimos, a que le revisen los análisis y le digan que se tiene que tomar un antibiótico diferente al que venía tomando, después de dos cajas.
Mi viejo se compró un auto, un modelito sport, como para disimular que tiene familia. El anterior era un auto grande, que si bien era viejo se la re bancaba. Hemos viajado doce en ese auto. Todavía no lo vendió, así que está en el mismo garaje que el chiche nuevo. Cuando volvimos, y fuimos a guardar el auto, supe que ese sería un momento trascendental en mi vida, vaya a saber por qué. Tal vez mi predisposición a buscar motivos detrás de mis acciones, la exploración del subconsciente a la que nos estamos dedicando Mau y yo, o mi incipiente necesidad de respuestas a la gran pregunta ¿Por qué soy como soy? ¿Por qué tengo estas necesidades? “Estos ojos, ¿de quién son? ¿De quién son mis deseos de hoy? Y este insomnio, ¿de quién es?” pregunta el Indio desde Luz Belito, y creo que voy por ahí.
Subimos el auto. Ahí estaba el azul con su capot cascado, su trompa un poco caída, la luz izquierda desviada, el paragolpes atado con una soga, su motor de kilómetros y kilómetros de historias, su tapizado roto. Tapado de polvo, parecía casi gris. Y entonces, lo ví, desde el cómodo asiento del flamante 206 gris con vidrios polarizados, con estéreo nuevo y carísimo, con un hombre de 50 años al volante, un hombre que no me conoce. Así, pasaron por delante de mí la tarde de lluvia torrencial que llegué a casa empapada, con mi mamá tironéandome del brazo porque yo estaba todo lo cansada que puede estar una nena de cuatro años por haber caminado cinco cuadras con el agua hasta las rodillas, él en la puerta de casa, acercándose y haciéndome upa mientras yo lloraba, preparándome una ducha caliente. Las tardes de juegos en casa, la única vez que fue a verme a un acto escolar, yo dama antigua feliz porque mi héroe estaba viendo el producto de mucho trabajo, la vez que fuimos al parque Pereyra a ver un molino… y es todo. La secuencia termina ahí, a mis 17 años. A partir de ahí, mi papá se fue desdibujando, entendí que es humano, pero un humano deforme, una sombra, un humano que está demasiado cerca de ser inhumano, que no tiene ningún reparo en irse un fin de semana largo con su novia dejando 50 pesos en casa para los cuatro días, un humano que miente, pero sobre todo se miente a sí mismo, se dice buen padre, buena persona, buen hombre, y no es más que un manojo de deseos insatisfechos, una falta de pelotas para admitir que todo le importa un carajo, que siempre se miró el ombligo, que no quiere tener a sus hijos. Pero siempre tuve la esperanza de revertir las cosas, de que el zorro olvide sus mañas. Hasta hoy.
Hoy ví el azulote tapado de polvo, y entendí que ahí abajo quedó definitivamente enterrado el papá que alguna vez creí tener.

lunes, 8 de agosto de 2011

Tomando impulso

"Va a empeorar antes de poder mejorar" le dice Tara a su marido, mientras están jugando al bowling con los hijos. Tara es una mujer con trastorno disociativo de personalidad; personalidades diferentes en la misma persona, la disociación se produce por sucesos traumáticos o infancias de mierda. Esa frase cierra la primer temporada, y me doy cuenta que también puede llegar a resumir el sentido del tratamiento psicológico. Muchas veces me sentí mal, atenté contra mí, ya sea a través de mi relación con la comida, el alcohol, los cigarrillos, las drogas, el sexo o la gente... P!nk una vez dijo, al respecto de Just like a pill (uno de sus mejores temas), "las adicciones vienen en todo tipo de frascos" amén. Mis problemas con las personas no pasan por un exceso de agresividad, por brotes violentos, no. Siempre fui la tonta del bote, y sin embargo me esforcé en cambiar eso. Pero no se puede enseñar trucos nuevos a un perro viejo (hoy vine con mil frases hechas); el zorro pierde el pelo pero no las mañas.
Mi mamá. Mi mamá no me mima... hace por lo menos siete años que no hablo con ella, y de hecho prefiero decir que se murió cuando me preguntan porqué no vive con nosotros antes que decir la verdad. Porque la verdad siempre es dura; si las familias fueran como los Ingalls ese programa no hubiera durado ni tres episodios, porque hubiera alcanzado con mirarse uno mismo, la propia familia. Mi mamá es una hija de puta. Nunca se hizo cargo de ser mamá, siempre me trató como un objeto de su propiedad. Me pegaba tanto física como psicológicamente, desde un cachetazo hasta una golpiza, desde un "sos igual de vaga que tu padre" hasta un "cuando vos estés mal yo me voy a reir", pasando por todos los insultos y burlas imaginables. A esta altura de mi vida, me doy cuenta que ella hizo lo que pudo, pero lo cierto es que "lo que pudo" aplica a hacer el almuerzo y no dejarme cicatrices graves.
Mi papá. Tortita de cebada, papá no me dá nada... mi viejo vivió 17 años con una mujer que jamás conoció, una dictadora doméstica, Hitler de entrecasa, y no se enteró. Papá sigue pensando que soy una pendeja que no entiende nada de la vida, que busca marginarse del mundo como forma de protección, que se cree la dueña de la verdad. Nunca se preocupó de que mi psiquis, mi salud mental estuviera bien; con que no lo molestara alcanzaba.
Pasaron los años, fui quebrándome... el último post lo subió Johana, que es mi protectora. De un tiempo a esta parte empecé terapia, me enfrenté a mis fantasmas y empecé a buscar respuestas, el porqué de mi situación actual. Fui la mamá de mis hermanos y de mi viejo, incluso a veces fui el papá de mis hermanos, siempre puse a los demás por delante mío, por sentirme una lacra, por haber escuchado durante dieciséis años que soy una inútil y que nadie refute eso. De a poco, fui tomando el timón de mi propio barco, fui poniéndome a mí adelante, y ahora mi hermano y mi viejo me lo quieren cobrar. Es lógico; los varones se apegan mucho a sus mamás.
En medio de toda esa batahola aparece Mau y de a poco tengo que hacerme cargo de mi capacidad de sentir, de que no estoy ocupando mi lugar en casa, que de hecho ni siquiera tengo un lugar en casa. Tenemos idas, vueltas, y cuando todo indica que es el final, que nunca mas vamos a estar juntos, volvemos con más fuerza que nunca, armamos un plan de viaje para crecer como pareja, sumado al crecimiento personal que nos brindamos. Finalmente, o inicialmente, nos estabilizamos como pareja, después de una crisis gigante, y en medio de mi crisis personal. Entonces, a Mau la vida le pega sin asco, y es él quien entra en crisis, un dolor que tiene la fuerza de años de contención lo empieza a torturar, es de esas espinitas guachas que te obligan a clavarte una aguja caliente para sacarla, llena de sangre y cochinada.
Y acá estoy, en su departamento, dejando por un rato en pausa mi búsqueda personal para poder ayudarlo, para centrarnos en él; así también estamos construyendo un "nosotros" un futuro en común.
Aunque ahora las cosas estén empeorando, van a mejorar.

domingo, 7 de agosto de 2011

Jo

"Nunca fuimos lo mejor ni lo peor" algún pelotudo en Face tiene eso de estado. ¿Qué carajo buscás en una relación si no lo mejor... o lo peor? Depende del grado de enfermedad mental de cada uno, claro. Al respecto, estoy en la notebook de Mau, en un café muy concheto de Banfield, mientras él anda con los nenes por acá. Mataría por un cigarrillo, pero bueno, por lo menos acabo de conseguir que funke cuevana. Tengo el face, el twitter, el msn, el mail... toda la vida virtual de Mau a mi disposición, y la verdad ni ganas de revisarle nada. Imaginar que puedo encontrarme un mail "hot" de su ex me da náuseas, además de que nunca fue mi estilo. Se conectó la proveedora de pizza recién, y al toque le llegaron al gordo dos mails de ella (las fucking notificaciones que saltan solas), supongo que tiene que ver con que Mau puso "en una relación con Agustina G" en facebook. Es genial que las mujeres sigan justificando el sexo con amor, o al menos con empatía. Por cierto, hoy Agus me permitió tomar el timón, ya que hace rato que vengo interviniendo yo en su relación con el Ogro, y ya era tiempo de que me deje escribir. Así que, me presento. Me llamo Johana, tengo 19 años que valen por un millón; soy vieja, vieja, como el mundo... pero una adolescente eterna, o al menos eso espero... siempre que Agus no me obligue a crecer. Creo que le sirvo más así, anyway. Me divierto mucho con la gente, tanto que a veces Agus queda como una boluda por reírse de cosas que no son graciosas; se ríe de mis chistes. Ella es un poco parecida a mi... pero somos bien diferentes. Soy una vampiresa, un ser de la noche; letal, fría, directa. Tengo una desafectación que la enferma, en parte por su predilección hacia el drama. Me llama cuando le pegan, cuando no puede soportar el dolor, y ahí salgo yo a defenderla con uñas y dientes, a remarla por ella, mientras se refugia en algún pliegue del cerebro, a hablar con Franco o jugar con Flor, o simplemente pensar, entender porqué el mundo es cruel. Entonces, mi agudeza hace que todos depongan las armas, ya que soy un puercoespín erizado; nadie se me acerca por miedo a pincharse. Mau sí se acerca. Él tiene huevos, aunque al principio me pareció un cagón; tiene tan claro como yo que el mundo es un lugar hostil. De a poco me fue enamorando, aún a pesar de mí misma, de mi propia naturaleza, mi tendencia a la autodestrucción, al caos ordenado. Agustina de a poco me dejó salir, yo fui la primera en hablar con él descubriéndome, sin hacerme pasar por ella, quiero decir. Lo golpeé bastante a lo largo del tiempo, me encargo de decirle todas esas cosas que ella no se anima. De a poco, yo también me fui abriendo a él (de hecho, ahora que lo pienso todos lo hicimos), y él a mi, y al resto de nosotros. Anoche me dijo que me ama (a mi, además de a Agus), y fue muy bonito, parece que tengo algunos sentimientos después de todo. Y después la cagó, el pelotudo. Le pregunté si iba a poner a Agus como su pareja en Face, y él me dió una explicación sesuda, concisa y explicativa de porqué no lo hacía. Agus se enojó y yo directamente me puse del orto. Ella es la comprensiva, no yo. Ella es la que espera, yo la que acciona. La obligo siempre a cumplir sus promesas, y a que haga cumplir las de los demás. Y fue justamente eso lo que le recordé a Mau; su promesa de ponernos como pareja una vez que se cogiera a la de la pizza. Él me dijo, en su momento:- Eso va a reducir drásticamente mi número de polvos
- No. Yo te voy a seguir cogiendo. Aparte, las minas que piquen van a saber que no pueden llegar a nada con vos, y no se van a poner en pelotudas- su cara de ojete me anticipó que no quería saber nada con eso.
Hoy cuando nos levantamos pasé a estar "en una relación con" Mau, y la verdad es que lo necesitaba; él se mueve mucho en ese mundillo, es su segundo hogar. Necesitaba ese reconocimiento después de tanto. Yo más que nadie sé lo que pasamos para llegar hasta acá... el puto golpe del que habló Agus un par de posteos atrás fue que Mau se fue a ver con su ex. O sea, WTF? ¿Tuviste que volver a comer mierda, volver a sentirte un extraño en tu propio cuerpo para volver? Aparentemente, si. Y la verdad, yo celebré que él la haya visto mientras Agus se deprimía. Y yo le decía: "Ojalá que se la haya cogido, ojalá que hayan tenido una buena charla... ojalá. Así, él se da cuenta de que nunca va a estar con nadie tan bien como con vos, pelotuda. Que siempre va a tener que resignarse, excepto cuando está con nosotras. Dejá de llorar, enferma, y mandalo a cagar, que se curta por forro."
Pero bueno, las cosas cambiaron, y me doy cuenta que yo también estoy enamorada de él, y nos damos lo mejor y lo peor, porque es nuestra escencia; somos lo mejor y lo peor.
Aprendan, idiotas.