sábado, 22 de septiembre de 2012

La puerta

Siempre lo suyo es peor. Siempre tuvo un mal día o se sintió presionado o le pasó algo malo o no le gusta lo que hace o cualquier otra cosa. Siempre tiene mas problemas que yo, su familia lo trató peor, no sabe cómo manejar a sus hijos o no está de humor, o su ex lo emputece. Y siempre estoy yo conteniéndolo, escuchándolo, acompañándolo, ayudándolo en todo lo que puedo, haciendo cosas que no me gustan para que podamos seguir adelante, tratando de ponerle onda todo el tiempo, de sonreír, de excitarlo, de sacarlo de algo, porque cada vez es una cosa diferente, porque de a poco voy sintiendo el nudo mas apretado alrededor de mi cuello, y ni siquiera puedo decírselo. Porque él no está de humor, o tuvo un mal día, entonces no puedo cargarlo con mis pesares, o porque se alinearon los planetas y nos estamos riendo juntos, entonces para qué arruinar el momento.
"Me conociste así" me dice enojado, en tono de reproche si de casualidad estoy demasiado mal como para seguir sonriendo y le muestro un poco de lo que me agobia. Y qué le puedo decir, si es cierto. Pero antes no importaba, porque esa tristeza no le impedía jugar, hacerme sentir suya con una mirada o tener una noche de sexo salvaje en varios rounds. Antes también era así, es cierto, pero el mundo no se metía entre él y yo cuando nos abrazábamos. Ahora me queda el gusto a poco, el miedo (o la certeza) de que ese hombre que me enamoró a fuerza de ser mío cuando estábamos juntos, de hacerme sentir suya, se fue para nunca mas volver. O tal vez esta vez sea yo la que tiene un mal día.
Lástima que seguro él está peor y ya nunca mas me va a llevar por la puerta para ir a jugar.