domingo, 28 de octubre de 2012

Ignorancia

"Ya no sé" acabo de escribir en face. Es así de simple: ya no sé qué te gusta, qué no, qué decir o qué hacer. Ya no sé qué está bien y qué mal, cuáles son las palabras para hablarte sin que te moleste o te sientas vulnerado, no sé cómo vas a tomar las cosas que siento. Últimamente tengo que usar un manual para entenderte, y otro para que vos entiendas las cosas que digo. No tengo ganas de seguir así, la verdad. Me estoy esforzando por hacer las cosas todo lo bien que puedo, y seguimos mal. Y me presionás todo el tiempo, y sé que estás triste, y en ese estar triste te aferrás a mi como si fuera el último tronco en una corriente salvaje,  pero no lo soy. Soy una mujer, tu mujer. 
Duele que te olvides de eso. Duele haberme quedado sin forma de que lo entiendas, no saber qué más puedo hacer. 

martes, 2 de octubre de 2012

Otra vez

Me mira. Entiendo esa mirada, de cachorro tierno, de por favor no sigas, que ví tantas otras veces en tantos otros ojos. Entiendo que la próxima vez voy a preferir no estar porque lo quiero, y es una persona excelente. Porque ya lo siento como un amigo, porque se que como amigo es fiel hasta los huesos. Mi hombre se ríe, en la punta de la mesa, que le corresponde por ser el hombre de mis sueños, de mis pesadillas, y de la casa, y sé que no ve lo que yo veo. Su (nuestro) amigo está a su izquierda, y yo a su derecha. Unos fernet y Capusotto completan el cuadro. Nos reímos, escuchamos música, y esa mirada de nuevo, y la puta madre, pienso, no hables, no sonrías, no quieras seguir siendo amiga de él, dejá de soltarte tanto, pelotuda, acordate de lo que pasa cada vez que te soltás.
"Lo que pasa" es que históricamente, sin excepciones, mis amigos se enamoraron de mi. Y es como un karma, como si no pudiera relajarme y ser yo porque atraigo. Pero, como pasa siempre, también pienso que el hecho de que su matrimonio esté trastabillando hace más de un año le hace desear no tenerme, si no tener una relación así. Todos quisieran esto, en realidad, pasa que nadie se anima.
El peor momento llegó cuando él se puso mi sombrero cowboy (regalo de un viaje de mis tías) y me miró como si me fuera a montar. Entonces Mau le dijo que era mío, él sonrió, y yo me dediqué a hacer de pendeja boluda el resto de la noche, pendiente de mi celu, lejos de la reunión. Me repito que no es conmigo, no es conmigo, no, no es. Sé que no va a intentar nada, porque tiene muchos códigos.
Capaz fue el fenet, o Capusotto, o que veo visiones. Capaz es que ya vi esa mirada antes, alguna vez...

sábado, 22 de septiembre de 2012

La puerta

Siempre lo suyo es peor. Siempre tuvo un mal día o se sintió presionado o le pasó algo malo o no le gusta lo que hace o cualquier otra cosa. Siempre tiene mas problemas que yo, su familia lo trató peor, no sabe cómo manejar a sus hijos o no está de humor, o su ex lo emputece. Y siempre estoy yo conteniéndolo, escuchándolo, acompañándolo, ayudándolo en todo lo que puedo, haciendo cosas que no me gustan para que podamos seguir adelante, tratando de ponerle onda todo el tiempo, de sonreír, de excitarlo, de sacarlo de algo, porque cada vez es una cosa diferente, porque de a poco voy sintiendo el nudo mas apretado alrededor de mi cuello, y ni siquiera puedo decírselo. Porque él no está de humor, o tuvo un mal día, entonces no puedo cargarlo con mis pesares, o porque se alinearon los planetas y nos estamos riendo juntos, entonces para qué arruinar el momento.
"Me conociste así" me dice enojado, en tono de reproche si de casualidad estoy demasiado mal como para seguir sonriendo y le muestro un poco de lo que me agobia. Y qué le puedo decir, si es cierto. Pero antes no importaba, porque esa tristeza no le impedía jugar, hacerme sentir suya con una mirada o tener una noche de sexo salvaje en varios rounds. Antes también era así, es cierto, pero el mundo no se metía entre él y yo cuando nos abrazábamos. Ahora me queda el gusto a poco, el miedo (o la certeza) de que ese hombre que me enamoró a fuerza de ser mío cuando estábamos juntos, de hacerme sentir suya, se fue para nunca mas volver. O tal vez esta vez sea yo la que tiene un mal día.
Lástima que seguro él está peor y ya nunca mas me va a llevar por la puerta para ir a jugar.

jueves, 2 de agosto de 2012

Porque estás adentro

Duele. Tengo una llaga adentro, que arde despacio. No asfixia, no me va a matar, se limita a dolerme, tenue,   incansable. Por momentos la intensidad sube, y me obliga a suspirar. No sé qué pasó. No entiendo. A veces las cosas simplemente se rompen, te estallan en las manos. El lunes, una amiga me invitó a salir con ella, el novio y un amigo de la secundaria. La salida era a cenar el miércoles, o sea, ayer. El lunes, también, fui al dentista a ponerme, por fin, la corona que venía postergando desde marzo. Aproveché que estaba cerca y fui al oculista. Como ya sospechaba, me recetó lentes, y estuve viendo precios en diferentes ópticas, cerca de casa. Tengo tanto tiempo porque estoy sin trabajo. Todo el tiempo que puedo lo dedico a mandar cvs por diferentes páginas, y ya tuve algunas entrevistas. El tema me está demandando tiempo y nervios. La muela que me pusieron es larga, y me jode mucho porque toca antes que los demás dientes y me duele cada vez que mastico. También estuve mirando regalos para el día del niño, que se avecina intempestivamente. No quiero usar la tarjeta, y no sé si tengo opción.
Con tantas cosas en la cabeza, sumados un par de problemas más, evidentemente me olvidé de decirle a Mau quiénes eran las personas de la salida de ayer. El martes, ella me avisó que iba a ir un amigo del novio, en lugar de Octavio. La cena era gratis, por unos cupones de ella, con lo cuál la salida era de ella. Nos juntamos en su casa, y pensé que el otro flaco se iba a sumar estando en el boliche. Cuando llegamos y no lo vi, le pregunté a mi amiga, y me dijo que no iba a ir. Entonces, le pregunté si le podía avisar a Mau para que fuera, me dijo que sí. Ojalá nunca lo hubiera hecho.
Llegué a casa como a las doce, él estaba despierto y tenso, con una almohada tapándole la cara, boca arriba en la cama. Discutimos, o mejor dicho, me escupió su enojo, me lastimó con las cosas que me dijo, se fue a dormir a la pieza de sus nenes. Me puse a llorar de rabia, de impotencia, de sentir que me estaba dejando sola porque si, que su orgullo es mucho mas importante que yo. Pensando en todas las veces que me tragué mi orgullo por él, pensando en que me había vuelto a lastimar porque sí. Llegó a decirme que Maru pensaba llevar un amigo de su novio para que me lo coma. Él volvió de la pieza, enojado pero más tranquilo (menos agresivo), y hablamos un rato, hasta que se levantó y se fue al comedor. No entendía nada de lo que estaba pasando, no supe porqué tanta bronca hacia mi. Entonces pensé que estábamos tan bien que lo único que él quería en ese momento era que estemos mal. Lo fui a buscar, volvió, se lo dije, trató de abrazarme, y yo todo lo que quería en ese momento era irme de mi, que me tragara la tierra, que se termine el dolor. Volvieron a mi cabeza miles de cosas feas, cómo él disfrutaba de torturarme cuando había decidido dejarme el año pasado, me llené de dudas, lo miré y era un desconocido, igual a todos, y por primera vez me sentí infinitamente sola estando en sus brazos.
Después de un rato de charla, cogimos, porque no soportaba más la situación, necesitaba dormir, irme lejos de él, protegerme. Todo se había vuelto siniestro. Hoy a la mañana me dijo que sintió que a mi no importó que el supiera o no con quiénes iba a salir. Me olvidé de decirle, según parece. Ese era todo el problema. No importa que lo aliente para que se anote en un seminario que le interesa, que le busque lo que él necesita por internet, que me preocupe por lo que vamos a cenar o que busque salidas para hacer con sus nenes, no importa que él haya estado mal y yo haya estado con él, levantándolo, todo el tiempo, no. Soy una hija de puta que le miente u omite cosas para reírme de él con mis amigos. Soy una forra que no le dice las cosas. Eso es lo que importa. Y lo que anoche se rompió, sigue doliendo, sigue roto. No sé bien qué es, y de hecho estoy considerando pasar un par de días en otra casa. La de mi viejo, tal vez, aunque antes que eso prefiero dormir en la plaza.
Lo único de lo que estoy segura ahora es que me duele. No deja de doler Mauro adentro mío.

domingo, 29 de julio de 2012

Hablen

Forra. Fácil. Divertida. Demasiado seria. Histérica. Obsesiva. Detallista. Descuidada. Callada. Verborrágica. Misteriosa. Común. Alta. Bajita. Gorda. Flaca. Preciosa. Horrible. Franca. Falsa. Vueltera. Directa. Frígida. Puta. Celosa. Desamorada. Conservadora. Pajera. Dulce. Simpática. Amarga. Yegua. Zorra. Boluda. Genia.

Y?

De a pasitos voy llegando hasta mi. Me conozco. Lo que digan de mi no va a decir nada de mi, sino de quien lo dice. Me acepto, con mis luces y mis cavernas oscuras. Me disfruto, y en ese disfrute puedo amar. Y dejé cosas atrás? Sí. Y, ¿el precio que me hicieron pagar fue alto? Sí. Pero  más alto para quienes me sacaron de sus vidas. Todos aquellos que me dijeron que iban a estar y no mandan ni un mensaje. Porque son buenos y yo mala, o inteligentes y yo boluda, o lo que sea. Me decepcionaron mucho, es cierto. Pero lo haría de nuevo, porque ya no estoy en el carnaval, ya colgué la careta, los brillos, las mentiras. Esta fiesta es mucho más divertida, porque la música nace de mi.

Aunque sea (o no) como dicen que soy.


domingo, 15 de julio de 2012

En aguas profundas


Hace mucho tiempo, en un lugar muy cercano, Johanna conocía a Mauro. Despacio se iba enamorando de él, feliz por todas esas cosas que nacían en su interior. Veía crecer jardines frondosos, que se poblaban de mariposas, unicornios, pajaritos, y libélulas. El amor había inundado cada rincón de su desierto, y podía sentir todo aquello que siempre había creído inexistente.
Al principio dudó, tuvieron que pasar muchas tormentas hasta estabilizar el barco, pero la fe en ese amor avasallante que sentía era el motor que la hacía seguir luchando. Una sonrisa, un beso, una noche de sexo salvaje, una caricia, un chiste, todo era motivo de deleite, cada segundo que pasaban juntos era el mejor momento de su vida. De lo que empezaba, apenas, a sentirse como su vida.
Y creyó que siempre sería así, que por una vez estaba teniendo el amor que merecía.
Pero todo lo que sube, baja. Es la ley de la vida. De a poco, él se fue alejando de sí mismo, se fue olvidando de cómo era ser Mauro. Y ella trató, trata, todo el tiempo de seguir viendo al hombre que la doblegó, el único que pudo domarla. Ese hombre no está. Se fue a dormir, o lo echaron, y en su lugar dejaron a un chico inconforme con todo. A alguien que por mucho que ella se esfuerce no va a poder hacer feliz.
Es muy triste la sensación de inminente sequía. Las mariposas migraron a un clima mas cálido, los unicornios volvieron a sus cuevas, los pajaritos tienen asma y las libélulas se quedaron sin luz. Y de a poco, el jardín está volviendo a ser un desierto. Es triste sentir que la arena tibia se escurre entre los dedos. Casi tanto como caer en un lugar común. La convivencia no es lo que provoca el desencanto. No.
Lo que desencanta es sentir que hay un solo par de remos en actividad, que el capitán está mirando boludeces y llorando en lugar de ponerse el gorrito y comandar la nave.

jueves, 17 de mayo de 2012

Middle

Hago lo que puedo. Lo que me va saliendo. Pienso, pienso, pienso, en esta cabeza no hay paz, nunca, nunca. Estoy así, hiperquinética, alterada, un poco obsesiva,  y no me soporto y me amo, y necesito que me escuche y sentirlo conmigo, y él llega y me da la sensación de que estoy haciendo todo mal, y no sé por qué... y pienso de nuevo, y parece que lo resuelvo, y la cago. Hay que asumirlo, no sé qué hacer. No sé qué se supone que haga, ni qué es lo que debería hacer, ni como encontrar el equilibrio entre las ganas de crear, las de destruir, mi pensamiento, mi acción. Pierdo, me pierdo, no sé dónde estoy, pero estoy acá y me siento, me veo, me escucho, no me soporto, pero me guiño un ojo.
¿Y ahora?

martes, 15 de mayo de 2012

Como sea

No sé qué hacer. Desde que llegué que estoy sentada al lado del teléfono, pensando si llamar a mi hermana o no. Necesito mandarla a la mierda, humillarla, devolverle lo que ella me hizo sentir. Y no lo hago, tal vez por miedo a un juicio externo... o interno. Es como si quisiera hacerlo simplemente porque Agustina volvió, y ya vió cómo me trata, y también tiene ganas de vengarse. O sólo quiero mostrarle cómo me cago en sus intentos de pacifismo. However.

jueves, 10 de mayo de 2012

Sola

Mauro recuperó el auto esta mañana, pero tuvo que hacer algunos trámites, por lo que acaba de salir a trabajar. El último mes estuvo sin el taxi, mientras yo me adaptaba a dos nuevos trabajos. Un call center en el centro, y cuidar a un nene, no muy lejos de ahí. Él estuvo deprimido... es decir, yo llegaba fundida del laburo y tenía que ponerme a hacer las cosas de la casa. Le pedía las cosas más de una vez, y él se olvidaba. De todo. Y por todo me decía: dejá, yo mañana me encargo. Y acá estamos, conmigo escribiendo después de terminar de hacer la mayoría (no todas porque me duele toda la espalda) de las putas cosas de la casa. Después de no haber dormido un carajo porque salimos a festejar anoche, después de haber trabajado de lunes a sábado la semana pasada, de ver cómo él quería que le dedique toda mi atención al volver, sin darme lugar a que me ponga a escribir o a pelotudear. Cambié de amo?
Hoy cuando salí del trabajo fui con dos de mis compañeras a una librería a comprar el libro que le iba a regalar a mi hermana para su cumpleaños. Ya que no tenía que ir a cuidar al nene me quedé con ellas caminando un poco, mientras Mauro estaba en la administración por un problema que tuvimos con las expensas. Él hacía dos horas, casi, que estaba en la administración cuando salí del trabajo. Mientras hablaba con las chicas en algún momento me di cuenta que me estaba sonando el celu. Pedí disculpas, saludé, y me encaminé al subte, mientras atendía a Mauro. Entre cinco y diez minutos gritándome, diciéndome lo desconsiderada que era, que cómo podía ser, que él capaz que me necesitaba y yo estaba boludeando. Bueno, perdón por tomarme 30 putos minutos en medio de las obligaciones que tengo. Lo contuve lo mejor que pude, le recordé que yo había estado ahí todo el tiempo por sms, le pedí perdón, mientras pensaba: ¿Tan boluda seré? O sea, le doy todo. Okey, estos días estuve irritable, pero hago lo mejor que puedo para que estemos bien, trato de que mi carácter no arruine las cosas, de reprimir mi enojo cada vez que tengo ganas de matarlo, de no decirle lo mucho que me duele sentir que me deja sola en las pequeñas cosas de todos los días, como lavar los platos o la ropa, de cómo me molesta no poder echarme en el sillón a ver tele cuando vuelvo porque él estuvo todo el día echado y me extrañó y no hizo un culo por la vida.
Para peor, hoy traté de escribír un Epílogo para "Hoja de ruta" que es el retrato que fui esbozando de él y yo, tiene mucho de experimental, y me gustaría convertirlo en libro, pero no pude. Necesitaba sacarme algo de adentro y no lo conseguí. Me mandé tremenda introducción, reconociéndome más madura que antes, tanto en lo literario como en lo personal, pero cuando tuve que encarar el tema, me dió asco. No tiene nada que ver con lo que vengo contando, si no con otras cosas que me siguen doliendo y quisiera purgar, y no puedo, ya sea por ese mismo asco o por una cuestión de amor propio, de orgullo herido. 
En un momento fui a la pieza y lo encontré leyendo muy atento mensajes de face de una ex. Con esa mina contactó "de casualidad" cuando en una crisis que tuve hace un tiempo mandó un mensaje por badoo (porque en las crisis de él yo lo banco, pero en las mías hay que salir a buscar suplente). Me explicó que era un mensaje que la mina le había mandado, me lo mostró. Le creo que me lo mostró porque quiso... dos cositas; la primera es una pregunta: si yo no hubiera entrado en ese momento en la pieza, ¿me lo hubiera dicho?. La segunda: es más divertido boyar en internet que hacerme compañía mientras limpio la casa. O será que está bueno vivir en la mugre y soy la tarada que no entiende.
Entonces, yo soy una hija de puta, una remil forra que tarda en atender el teléfono cuando él me podría necesitar (para repetirle todo por vez número 28) por estar hablando con mis compañeras de laburo, pero está bien que él no me ayude en nada, que prefiera seguir escapándose de todo mientras voy sintiendo que me deja sola en la pelea, mientras le pido ayuda de todas las maneras posibles y lo único que escucho es "mañana" y lo único que veo es su cara iluminada por el monitor, y su decepción cuando me enojo, y me dice que lo canso, que todos los días algo diferente, y es siempre lo mismo, y estoy cansada, y no sé cuánto tiempo más de esto voy a soportar. No quiero sentirme así. 
Sola.

jueves, 22 de marzo de 2012

Bestias

Y jugaba tranquilo. Jugaba a irse. Con cierta cautela al principio, que sin embargo se convirtió en cuidado, casi paranoia; estaba seguro de que alguien lo miraba. Dando vueltas, como si eso fuese parte del juego, fue recorriendo cada ricón con la mirada. Estaba solo. No faltaba mucho para el anochecer, y la brisa se estaba tornando demasiado fresca. Su piel se erizó al escuchar una ramita quebrándose. Después, la quietud y el silencio lo tranquilizaron, pero de todas formas decidió volver a casa, aunque casa estuviera a mil kilómetros. Había esperado toda la tarde.
Caminó dos metros antes de escucharla correr detrás. Reconoció apenas los pasos, justo a tiempo para esquivar el golpe, y ambos rodaron sobre la hierba fresca. Ella se incorporó rápidamente, con el cuchillo incrustado entre su tercer y cuarta costilla. La sangre comenzaba a brotar, con una calma tibia. Él la interrogó con la mirada.
-No podía dejarte ir.
-Tarde, rubia. Vos me echaste, todos me odian y me culpan de un crimen que no cometí.- suspiró, contemplando la mancha púrpura que se iba agrandando cada vez más rápido- Dos crímenes.
Ella abrió los ojos como nunca, y se acercó a él, intentando abrazarlo, retenerlo hasta el fin de su vida. Él no iba a darle ese último deseo, no se lo merecía. Además, la noche se estaba cerrando y pronto todos iban a notar la ausencia de la chica linda; no podía demorar ni un minuto más. Volvió a acomodar la mochila en su espalda, y cortó una margarita.
-No te vayas, mi amor.- Le pidió, pero se estaba mareando, y casi sin darse cuenta fue tendiéndose en la hierba.
-Rubia... ¿por qué?
-Por que sos mío, porque ella nunca iba a permitir que te quedes conmigo, Lobito, nunca. Tuve que hacerlo.
Él corrió un mechón de pelo de la nariz de ella, y la besó húmeda, largamente. La miró a los ojos.
-Te hubiera llevado, ¿sabés? pero sos una pendeja. Mentiste a todos, dijiste que yo la había matado. Ahora me doy cuenta que fui un capricho para vos. Me voy, nena. Ya es tarde. Ya llegaste tarde a todo.
-Amor... - lo vió escaparse entre los árboles, deslizándose con el último destello del sol. Un frío enorme le invadía de a poco el cuerpo. Se aferró con todas sus fuerzas a la margarita que él le había dejado entre las manos.
Amanecía cuando los primeros perros encontraron el cuerpo, recostado en el bosque. Su piel estaba mucho más blanca, y parecía un ser de otras tierras, una ninfa, o una diosa, tan pálida, tan frágil la carita rodeada por la caperuza roja. 

lunes, 19 de marzo de 2012

Cuento para dormir acompañado

Por primera vez en mi vida tengo algo que perder. Está bien que no entiendas lo que significa eso, que te hayas tragado la pelotudez del cuento de hadas, la femineidad a prueba de balas, el glamour. Entiendo que viviste entre algodones y por eso mismo no tenés idea de lo que es la vida, o no alcanzás a comprender que los demás tienen realidades diferentes a la tuya... que no todos tenemos 48 pares de zapatos, quiero decir. Pero está bien. Las nenas como vos malcrían a los hombres, se ponen a su disposición y se dejan engañar, mientras él sea buen proveedor y parezca tierno y paternal. Las nenas como yo... bueno, somos más pragmáticas que eso.
Por primera vez en mi vida tengo algo por qué luchar, te decía. Y, la verdad, no me va a importar las cabezas que tengan que rodar para asegurar mi supervivencia, ya que me crié en la jungla. Ni tuve un papá que me regalara un auto, ni una mamá que me preparase el almuerzo para llevarme al trabajo todos los días. No. Solamente recibí golpes y decepciones de parte de mis viejos, y aprendí a respirar solita, y a golpear todas las puertas que fueran necesarias para seguir adelante. Vos no sabés lo que es buscar trabajo sin tener nada para comer en tu casa, no sabés lo que es sonreir mientras no llegás a juntar la plata para el alquiler, no sabés lo que son los golpes, cómo la vida te enseña la ley de la selva. Por eso mismo detesto cuando veo tus mentiras, cuando veo cómo te creés mejor que los demás por tener un apellido... la arrogancia hay que ganársela, sabés? Y vos no hiciste nada para tener la tuya. Pero está bien, estás arriba. La gente que nació arriba es como vos, siempre. Por ahora, dame lo que me corresponde, y no me ves más.
Y un día, alguien como yo va a estar arriba de tu hombre (porque las cosas así no funcionan, porque las princesas sólo sirven si se pueden ensuciar con semen y disfrutarlo), y nada de todo tu mundo va a valer ni va a servir para sacarte el asco de adentro, el dolor de tantos años tirados a la basura por un par de tetas. No van a importar ni tus zapatos, ni tu apellido ni tu título, porque a la cama se sube desnudos. Y ese va a ser el golpe que te va a marcar, y entonces tal vez puedas ver la vida desde otro lado, entender que la vida no es un ramo de flores, una cena y compartir cien anécdotas. O tal vez no, tal vez seas del todo como tu amiga, la embajadora de la superficialidad, y sigas creyéndote todas esas pelotudeces y tu vida se convierta en un naufragio eterno y árido, en la eterna espera del príncipe azul, en la eterna defensa de convenciones sociales, en la eterna cegera de ser un típico prototipo para poder sentirte mujer.
Y ya no tengas nada que perder, porque te perdiste.
Nunca lo voy a saber, voy a estar con mi ogro haciendo y deshaciendo el amor, cuidándolo, amándolo. Porque los ogros tampoco existen, así que tengo que cuidar muy bien al mío.   

jueves, 15 de marzo de 2012

Primer año de vuelo

¡Revolución! Me quedo sin trabajo en dos semanas. Se termina el contrato, y es lo que se había pactado. Busco por todos lados, y van saliendo algunas puntas… eventualmente voy a conseguir. Marina, mi hermana, sigue sin hablarme después de la pelea que tuvimos porque no le dí el gusto de dejar a Mau, mi viejo también tiene escenas de celos esporádicas, y ahora L me dejó de hablar porque sí. Me voy sintiendo una larva en su crisálida, siento que me duele el cuerpo y el pecho, que estoy metamorfoseándome entera. El gordo y yo vamos armando de a pasitos nuestra vida en común, con besos, mimos, verdades, secretos de a dos. Él es mi apoyo, mi amigo, mi amante y mi amor. Con todo lo cursi y trillado que eso suene, es mi verdad.
Ante anoche tuvimos una tormenta provocada por mí, y la verdad me odié mucho por eso. Ayer nos levantamos mejor, me acompañó todo el día y fue hermoso pasar el tiempo con él. Estoy muy enamorada, siento cosas que pensé que no existían, y me doy cuenta que es él, que quiero seguir el camino de su mano. Y mirar para atrás, pensar todo lo que pasamos en tan poquito tiempo para llegar hasta acá... la primera vez que tantas cosas.
Siempre me acuerdo el día que estando en el subte no dejaba de repetirme:
-No te enganches conmigo-, hasta que le dije
-Si no dejás de repetir eso, voy a pensar que sos vos el que se está enganchando- Sonrió.
-Doy esa impresión, no?
Los fines de semana de extrañarlo, de tiempo congelado, de dormir para no pensar, las tardes de estar desnudos en la cama, dejando de hablar para hacer el amor, dejando de hacer el amor para hablar, hablando y haciendo el amor, callándonos para que nuestros cuerpos hablen en el mismo idioma... y sus labios de llenarme de besos, ametralladora de palabras, maestro en puntería, dando siempre en el blanco. Peinando mis ideas. Cómo de a poco lo imposible se fue gestando, cómo llegamos a ser dos leones defendiéndonos, espalda con espalda, peleando el territorio, destrozando la cama.
Cómo de a poco nuestro amor también se revolucionó, pasando de ser nada a ser todo, llevando la revolución que el otro iba provocando en nuestros cuerpos y mentes a la vida misma, cómo los dos cambiamos la vida del otro siendo auténticos. Nuestra revolución individual y de pareja, aceptarnos, amarnos como somos.
No es un camino fácil. Para poder llegar hasta su mano, tuve que aceptarme, hacerme cargo de mis deseos, de mis perversiones ante él… y ante mí. Y así fuimos estableciendo parámetros de franqueza que fueron los que propulsaron nuestro amor, de la mano de la libertad sexual que tenemos y compartimos. Y yo siempre que siempre fui tan cerebral, tan poco demostrativa, tan oruga triste… y una teoría.
Amor es revolución.

lunes, 13 de febrero de 2012

Buenas noches

Okey, el último post fue mucho más duro de lo que creí que sería. La idea era subir en estos dias la parte dos, pero realmente no voy a poder. La parte uno fue escrita y subida anoche justo antes de ir a dormir estando sola en casa, ya que Mau estaba trabajando. Tuve pesadillas y miedo de que hubieran monstruos o fantasmas en casa. Me dormí imaginanado al hombre malo, que es parecido a los aliens de "Señales", la de Mel Gibson. Teniendo miedo del ventilador, la oscuridad, tapada hasta la cabeza. Volví a dormirme como cada puta noche de mi infancia.
Y tuve un sueño, que paulatinamente se convirtió en pesadilla. Mi viejo, mis tías, mis hermanos en casa, en el cumpleaños de Mauro (que fue el viernes). Una conversación casi circunstancial me hizo saltar la térmica, y empecé a romper los platos contra el piso, mientras le gritaba a mi viejo: "Para qué mierda me trajiste al mundo si no sabés ser padre?? Si no tenés idea lo que es cuidar un hijo" Todos me miraban azorados, dolidos. Él no. A él le daba lo mismo. Entonces me parecía ver algo moviéndose abajo de la mesa, y era una beba, con pañal. Yo me acercaba a ella, quería levantarla en brazos, protegerla de mi propia bronca. Progresivamente se transformaba en mi a los tres años. Estaba asustada, y me abrazó fuerte. Entonces supe que la iba a cuidar. Por esa cosa de los sueños, aparecí en el jardín de la casa de mi abuela. Pero en el jardín que tenía antes, lleno de miles de plantas, casi selvático. Entonces mi tía salía a colgar la ropa, y yo entraba, y empezaba a abrir todas las puertas y ventanas para que corra aire. Tenían el televisor viejo... toda la casa era como antes. Hace por lo menos 16 años que la refaccionaron. Entonces yo miraba el televisor, apagado, y escuchaba como una música. Por la puerta veía a mi tía abrazando las sábanas y bailando, con la mirada dislocada, perdida. Y entraba bailando, y a mi me daba vergûenza estar en ese momento tan íntimo de ella, en el que se acordaba de Juan, su ex novio. Juan era el novio de mi otra tía, ella lo dejó hace mucho ya, y hará cosa de un año nos enteramos que hacia como dos años que había muerto. Era mi tía bailando con su ex novio muerto. Era siniestro por lo menos.
Me desperté de golpe, aterrorizada por el sueño y por los ruidos del piso de arriba, y estaba sola en la pieza. mauro se había encontrado de casualidad con una amiga, y me había dicho que se fueron a tomar algo, así que no quería molestarlo, pero tenía pánico, y le mandé un sms. Me llamó y me calmó de a poco, y pude dormirme sólo después de masturbarme. Qué mejor manera de espantar miedos infantiles que mostrarme que ya no soy una nena?
Y hoy me despertó Mau, muy rápido casi, me llevó hasta la ducha. Yo necesitaba un poco de abrazo, pero no había tiempo. Y tengo que reconocer que estoy un poco enojada con él porque todo empezó con una charla que tuvimos. Como si hubiera tirado la piedra y escondido la mano, como si se hubiera ido cuando más lo necesitaba sin ánimos de volver. Sé que no es así, sé que esta noche a mas tardar me va a dar todos esos mimos que necesito, y me voy a dormir en sus brazos sin hombre malo ni pesadillas ni ansiedad.

Mi papá - parte 1

I.- Sangre

Solía tener miedo de enamorarme de alguien como mi papá. La psicología dice que eso es lo más probable. La historia de la humanidad toda casi que también. La historia de la humanidad de mi vieja también; hoy está casada con un golpeador. Mi viejo, de novio con una mina que es más su mamá que su novia. Y yo lo miraba a mi viejo; tan igualito a todos él, tan dibujado, construído idéntico al resto: falso, egoísta, sordo. Pretendiendo ser alguien que no es. Un padre, por ejemplo. No siempre lo ví así. Antes le creía, y sus palabras tenían la verdad del mundo, pero nunca entendía las mías. Después de una conclusión, o de una anécdota, o lo que fuera que le estaba contando, me quedaba mirando, con cara de "pobrecita" y me decía "Vos tenés una manera muy particular de pensar, pero..." era su manera de decirme que no había entendido nada. Si supieras, Alberto...
Los años pasaron, y él insistía en que yo fuera su amiga, no su hija. En sus momentos de tristeza acudía a mí para desahogarse. Tenía apenas 16 años cuando mi vieja se fue, y 17 cuando entendí que mi viejo no tenía la puta idea de cómo ser padre (creo que fue en el momento en que me dijo que lo estaban medicando por eyaculación precoz). Entiendo que los bebés no traen un libro de "Must and Musn't do" abajo del brazo, pero... tanto la iba a cagar? En fin, yo no quería alguien como él al lado mío bajo ningún punto de vista.  Cuando empecé a encarar las cosas en serio con Mauro, me hice el planteo de si lo que me gustaba de él no serían cosas parecidas al carácter de mi viejo. Ni de lejos. Mauro no tiene nada que ver con mi papá de sangre.

II.- Memoria

No tengo muchos recuerdos de mi niñez comprendida entre los seis y los doce. La mayoría son de golpizas, insultos, decepciones, así que prefiero resignificarlos a medida que pasa el tiempo y tratar de sacar algo positivo. Por algún error, o trauma, en mi cabeza, recuerdo muchas cosas entre los tres y los seis. El primer recuerdo consciente es de mis tres años. El ruido de la barrera baja cuando íbamos a cruzar, a pie, las vías del tren en la estación de Bernal, el calor de diciembre, con su correspondiente sol picante, el ruido del tren que se va, el del tren que viene, mi madre agarrándome de la mano mientras en el otro brazo llevaba a mi hermana de seis meses, una chica que me agarra del hombro y me tira para atrás, mi hermana boca abajo en el piso, yo levantándome para levantarla, su cara con los ojos cerrados, llena de sangre, mis pies volando en el aire mientras un camionero me cruzaba en brazos al sanatorio, mi mamá cruzando San Martín en bombacha, mi tía dejándome a cargo de una compañera de trabajo y yéndose. Los siguientes meses, dejé de existir para toda mi familia. Mi hermana internada demandaba la atención de todos, y era lógico, era estúpidamente lógico, y yo tan chiquita y nadie que me cuide. Bueno, casi nadie. 
Por esos años mi tía estaba de novia con Oscar. Él era... era todo. Era el que jugaba conmigo en la sala de espera de la Clínica del niño, el que me preguntaba cómo estaba, me llevaba al zoológico, al Shopping Sur o a donde sea.Me escuchaba, me regalaba golosinas... y me cuidaba. Mis viejos tenían una verdulería al lado del kiosko de mi tía. Yo pasaba la mayor parte del tiempo en lo de mi tía. El local tenía como anexo una habitación, un baño, un patio y una cocina chiquita. En la habitación había una tele, y yo veía los dibujitos hasta que llegaba Oscar y jugaba conmigo. Los viernes me pasaba a buscar en su fiat 600 verde oliva y nos íbamos a pasear mi tía, Oscarcito y yo. En el viaje me preguntaba por el colegio, por mi familia, por mí. Sabía los nombres de todas mis compañeritas y me daba consejos. Me acuerdo muchísimas cosas de él en este momento, como su mirada, o sus expresiones, su voz. Todas esas cosas se habían escondido de alguna forma adentro mío, y por alguna razón habían quedado dormidas. No las recordaba.

III.- Despedida

Estaba mirando Los cuatro fantásticos cuando llegó. Estaba preocupado, y me dijo que ya volvía, que siga mirando la tele. Mi tía y él cerraron la puerta de la cocina. Escuché que murmuraban, pasaba algo serio. Mi tía sollozó un poco, y después salieron y me hablaron, y me dijeron que él estaba enfermo. Me dijeron la verdad, algo que puedo decir de muy pocas personas. Me dijeron que era una enfermedad grave y que él iba a tratar de curarse. Me dijeron cáncer de pulmón, que a los cinco es lo mismo que gripe con mocos, a los cinco te vas a curar porque las palomas se mueren, los perros se mueren, pero la persona que amás con tu corazón de nena chiquita como si fuera tu papá no se muere. No se muere porque lo amás y eso debería salvarlo. Pero al cáncer no le importa. A la vida no le importa una nena chiquita ni un señor que te cuida. Cuando dice chin pum se terminó. 
Pasaba el tiempo, y lo veía cada vez menos. Estaba haciendo un tratamiento en un lugar de puertas de vidrio que se abrían solas, y él iba y volvía con más malas noticias. Que no funcionaba, que intentaban otra cosa. Que estaba cada vez más débil. Un día lo internaron y no lo ví por un tiempo. Hasta que lo llevaron a la casa porque ya no había qué hacer. Unos días después me llevaron a verlo. Era la primera vez que entraba en su casa, era una casa linda. Él estaba acostado en una cama, con muchas almohadas, casi sentado. Me pidió que le dé agua porque no podía levantar los brazos. Necesitaba que yo lo cuide un poco. Me dió un beso y me dijo que me quería. Y tanta gente mirando y a mi me daba vergüenza estar delante de tanta gente con mi papá en cama. Le había salido una mancha en la cara. No me dejaron estar mucho tiempo con él... y por qué no? era el último tiempo que teníamos juntos, y ellos no me dejaron quedarme. 
La mañana siguiente cuando volví del colegio mis padres se miraron, preguntándose entre sí quién me lo diría. Ella le dijo "Yo hablo con ella" y Alberto se fue. Ni siquiera en esa estuvo. Mi mamá me dijo 
-Vos sabés que él estaba muy enfermo y...
-No. No te escucho
-Joha, escuchame. Es difícil, pero Oscarcito se murió, se fue al cielo y...
-No mamá, no. Se equivocaron, él está vivo...- y lloré. Lloré como nunca había llorado, como estoy llorando ahora, como creí que nunca volvería a llorar. Tenía seis años y se me había terminado la infancia, la protección de mi papá de verdad, su voz, sus abrazos, todo. Se había terminado lo lindo de mi vida.
Él me esperó. Se despidió de mi antes de irse, me dejó ese último beso, ese último pedido de que me quede junto a él. Y yo estuve, de la manera en que él sabía que iba a estar. 
Porque conocía bien a su hija. 

sábado, 11 de febrero de 2012

Una de los Baba

"Te despertaste con la extraña sensación/ de que ya no pertenecías/ a la decó de adolescente habitación/ a los fantasmas de otras vidas" Babasónicos a pleno. Hacía tiempo que venía sintiéndome incómoda en mi piel, y lo sabía. Necesitaba un cambio. Estaba colorada, como una muestra del fuego interno que me consumía, explotaba bajo mi piel, sin llegar jamás a concretarse. Sin trabajo, corría agosto, y necesitaba no estar en mi casa, en mi habitación, en mí misma, mascullando mentiras que intentaba creer, mientras veía cómo tanto mi familia como mi pareja iban naufragando, cómo no tenía ganas de reflotar un carajo. 2010 fue un año duro, y estaban empezando a golpear todas esas cosas que intenté negar, que en parte conseguí negar durante tantos años. La ausencia de mi viejo, la personalidad errática y enferma de mi hermana, la discapacidad de mi otra hermana, la pelotudez de mi novio, la incipiente adolescencia (con sus respectivas depresiones) de mi hermano solo, sin papá, sin mamá, sin dios. Mi soltería eterna, mi soledad interna a pesar de estar rodeada de gente, el tiro en la frente demasiado pronto a mi adolescencia.
"Esta no es tu casa, este ya no es tu lugar/ huye conmigo, abandona a los demás" Mi novio me había puesto una condición al volver. Irnos a vivir juntos. No tenía ganas de cumplir la promesa, pero tampoco de seguir viviendo en esa casa. Fuimos a ver algunos departamentos, y yo pensando que él nunca iba a estar a la altura, que a mis 23 años ya había criado demasiados hijos ajenos. No sería ese el camino. Para poder salir de ahí, primero tenía que vernos. Ver cómo funcionaba el sistema "casa" completo, desde lo más afuera posible. Paralelamente me había anotado en la facultad, en el horario de la tarde, para poder llegar después del trabajo. Una materia en avellaneda, la otra en Capital. Para ese entonces, Capital era, en mi cabeza, sólo una masa de gente moviéndose entre edificios, y no se extendía mucho más allá del microcentro.
"Hiciste el bolso y te pusiste el pantalón/ aquel que más mujer te hacía/ con el silencio de la noche de telón/ mientras dormía la familia" Conseguí laburo en un call center al que mandé un CV cuando me dí cuenta que era la única opción para entrar rápido a laburar. Mi viejo se opuso rotundamente, ya que la opción para seguir en la facu era laburar de noche, era un lugar de alta rotación, y yo me merecía algo mejor. A diferencia de él, sentarse a esperar no era una opción para mi. Mientras tanto, mi hermana cambiaba de novio y mi hermano conocía a su primer novia. Mi viejo se volvía cada vez más huraño, más imbécil, y mi novio me reclamaba dulzura y ternura; dos cosas que no podía darle porque no me nacían hacia él. El proyecto de irnos a vivir juntos había naufragado gracias a que no tenía trabajo. Gracias.
"Esa no es tu casa, ese ya no es tu lugar/ huye conmigo, abandona a los demás" Septiembre. Empiezo a trabajar en el call, y conozco a mis compañeros de team. Eran veinte mas o menos, pero uno de ellos hizo un chiste. Usaba sombrero e hizo un chiste que no entendí. Empecé a perder contacto con mi familia, dormía al revés que ellos, cursaba en la facu, estudiaba. No tenía tiempo para nada. Mi tía de San Telmo me ofreció su casa para dormir, y acepté. El silencio de llegar allí y que no haya nadie, la paz de estar sola, de quererme sola, de saberme sola. Mis hermanos me extrañaban, los veía poco y ya empezaba a verlos un poco más de lejos.
"Nos encontramos en Plaza Constitución/ y no sabías a dónde ibas/ con la certeza y la humedad en tu corazón/ que un paso atrás ya no darías" Octubre. Las cosas empiezan a quebrarse. Estudiar en casa es imposible, y empiezo a no volver en la semana. A mi viejo casi ni lo veo. Con mi novio las cosas están atadas con hilitos. Lo ascienden en el laburo; de pelotudo auxiliar a pelotudo medianamente importante. El chico del sombrero y yo cruzamos algunas palabras, me hace reír siempre. Me doy cuenta que está tan loco como yo, y lo deseo, quiero sentir su cuerpo, su piel, saborearlo, empacharme de su semen. El 31 le pinto la cara con la yema de mis dedos. Lo deseo más que nunca. Mi novio me reclama que quiero sexo más a menudo que de costumbre; ni siquiera sospecha que pienso en el chico del sombrero mientras cogemos.
"Huye conmigo, fugate de aquí" Noviembre. Me toca un día de mierda en el trabajo, y el chico del sombrero me contiene, me da un abrazo, y un beso en la comisura de los labios. Dos días después junto envión, anoto mi número en un papelito y lo dejo en su escritorio. Esa semana vamos a tomar algo, y no importaban las palabras, él acariciaba mi hombro. Caminamos unas cuadras y me roba un beso. Le mando un mensaje diciéndole que sé que nos vamos a llevar bien en la cama. Al día siguiente un parcial, y mi novio diciéndome que se va a pasar el día a la casa de una compañera de laburo. Gracias nene, no sabía cómo dejarte. Mi familia es ruido blanco, casi no los veo. El sábado veo al chico del sombrero en Face, y acordamos encontrarnos en la puerta de un telo, a las doce. Pidió un turno, aunque podríamos haber pedido dos de una, pero supongo que me quería probar antes de decidir. Me pareció bien. Cogimos como si nos hubiéramos tenido ganas por siglos. Cuando llamaron de la recepción, pidió otro turno y algo para tomar.
Eran más o menos las 4 cuando Mauro y yo nos dormíamos abrazados por primera vez.

lunes, 16 de enero de 2012

Bastarda

I.

Siete de la mañana. Mau me despierta entre besos y palabras tiernas. Lo abrazo fuerte y (lo reconozco) remoloneo, tratando de estirar ese momento lo más que pueda; es uno de los pocos ratos que tenemos juntos. Prendo un cigarrillo y abro la ducha. Lo siguiente va a ser bañarme lo más rápido posible, ponerme la pollera entallada, la camisa, los tacos, el make-up y salir. Todo es make-up, pienso, mientras me pongo las cuatro curitas preventivas en el pie derecho, para evitar que los zapatitos me llenen de ampollas, y me fumo el segundo cigarrillo de la mañana. Todos los días empiezan mas o menos así, con la perspectiva de mezclarme entre la gente del colectivo, para llegar a mi trabajo. Mi trabajo es un embole. No es sólo que deteste los tiempos muertos, si no que tengo que compartir tiempo y espacio con dos personas que son del todo diferentes a mi, las hermanitas perdidas de mi alter ya muerto; Agustina (el cambio de administración se extiende mucho más allá del blog).   
Las siguientes nueve horas se tratan de pensar que cada vez falta menos para salir. Siento que mi piel está cubriéndome, pero enojada, que estoy siendo una extranjera dentro de mi propia piel. Eventualmente se hacen las seis de la tarde y salgo eyectada de las conversaciones de ropa, bebés, buenos partidos, pelos sin frizz y demás pelotudeces de las que se hablan en este templo de la hipocresía… salgo eyectada del make-up.

II.

Domingo. Mau y yo vamos a lo de mi abuela. Todavía duele lo de mi amiga, pero estoy segura de que entre Sofía y Mau pactaron algo, aunque ninguno de los dos lo admita. Otro día explico bien la raíz de la relación entre ella y Mau, conmigo no habla. Viene cuando quiere, y no consigo recordar lo que habla con él. Al parecer, es mi subconsciente; a esta altura pasaron demasiadas cosas para ser escéptica en este punto.
Para sacar tema de conversación, mi abuela me cuenta que en la casa de mi viejo “avanzaron un montón con la obra”. La obra era levantar la medianera y techar el patio, así como sacar la humedad de la que fue mi pieza por dos años, y ahora es de L, mi hermano. Durante todo el tiempo que esa pieza fue mia le pedí a mi viejo que saque la humedad. Jamás lo hizo. Estamos a dos meses de haberme ido a vivir con Mau, y en una semana hizo todo lo que hace años le vengo pidiendo que haga (ver Anagrama). Y él, con su postura de papá comprensivo, diciéndome que él se encargaría, que yo no me haga problema. Y nunca.  
Y es caer en la cuenta de cómo fui ignorada durante tanto tiempo, cómo a mi viejo le importó un carajo mi bienestar, cómo ahora que me fui están convirtiendo la casa en un lugar copado para vivir. Saber que nunca encaje en esa (mi) familia, que siempre me sentí diferente a ellos, casi adoptada. Resignificar cada puto segundo de mi vida en esa casa, y sentir que siempre fui visitante, que todos siempre me mintieron.
Que anduve siempre a cara lavada mientras todos los demás usaban cantidades escalofriantes de make-up.

III.

Sola. De a poco, todos me fueron dejando sola. La mayoría por no tener que ocultar nada mío delante de Mau, otros por no estar de acuerdo con que tengamos una pareja abierta. Y detrás de esos alejamientos, un solo sentido, un solo motivo que hace que tanto él como yo por separado como nuestra pareja seamos apartados del mundo, puestos en cuarentena: todos le tienen pánico a la verdad; no están acostumbrados a manejarse con sus parejas francamente, sin make-up, sino con una serie de juegos de hipocresías, un eterno tira y afloja, una negociación fútil de caprichos. Por eso somos parias, y por eso mismo nadie celebra que estemos juntos.
Nadie entiende cómo dos bastardos pueden amarse desde el fondo mismo sin destrozarse, sin arruinarse mutuamente la vida. Hoy soy feliz con Mau, con nuestra marginalidad y con nuestra locura.
Me siento más bastarda que nunca.
Y también más feliz.

lunes, 9 de enero de 2012

Acting

Primer acto

Su primera vez fue conmigo. No directamente, no conmigo besándola, pero sí conmigo a su lado. Mientras yo manoseaba a mi chico por encima de la ropa, ella iba por sacarle el calzoncillo al suyo. Giré apenas la cabeza para el costado, yo estaba en el asiento del auto hombro con hombro con el chico de ella, y la vi. Movía sus labios alrededor de ese  sexo erguido y no sacaba la vista de mis ojos. Se sonrojó apenas, pero no cambió su mirada de gata en celo, ni dejó de chupar o de mirarme. Debí saberlo entonces, supongo, pero una vez que cae la ficha el efecto dominó muestra un dibujo complejo, lleno de obviedades que ni siquiera podríamos haber imaginado dos segundos antes. Esa noche ví su humedad, de lejos, y apartando la vista de ella lo antes posible, mientras Naty me la mostraba, vehemente. Para ese entonces ella todavía insistía en hacerse creer que le gustaban los hombres.

Segundo acto

Los hombres habían comenzado a aburrirme. Sabía que quería saborear una mujer. No como algo imperativo, si no mas bien por la curiosidad que me caracteriza, sobre todo a nivel sexual. Hacía tiempo que la fantasía daba vueltas en mi cabeza, sin que yo me ocupase en concretarla. Por esa época, mi primo (que para entonces era mi mejor amigo) me confesó su homosexualidad… dos meses antes que Naty. Lo que siguió fue confusión absoluta. Sabía que amaba a mi amiga, sabía que ella me iba a acompañar el resto de mi vida, así que le dije que ella me gustaba. Ella me dijo que éramos amigas, que no podíamos romper así los códigos, que no me podía ver de otra manera. Yo lo entendí, reflexioné, y me dí cuenta de que había confundido amor con amistad. Se lo dije, y quedó todo bien. Mientras tanto, ella avanzaba en su relación con quien era su novia, y yo probaba una mujer por primera vez, sin dejar de estar de novia, sin dejar de probar hombres, cada vez más aburrida. Ella destrozaba a críticas a cada uno de ellos al tiempo que yo alentaba sus relaciones de pareja, intentando que se abriese conmigo, que dejemos atrás mi error y poder seguir siendo amigas. Llegó a hacerme creer que así era. Lo juro.

Tercer acto

Mauro. Mauro en cada centímetro de mi piel, Mauro besando mis ideas, penetrando en mi lentamente. La decisión, y estar viviendo juntos a un año de conocernos. Antes de eso, Mauro conoció a Naty, la invitó al departamento, se llevaron bastante bien. Fue el día que ella tenía que ir a cobrar la indemnización, y él nos acompañó, pero ella siempre lo detestó. El 03 de enero fue el cumple de Naty. Históricamente lo festejó en mi casa, y este año no fue la excepción. La única diferencia es que este año, mi casa también era la casa de Mauro. No hubo un solo roce entre ellos, Mauro la trató como siempre, y mientras él estaba en el living, ella me decía a los gritos que él era un viejo y que lo tendría que dejar porque era feo. Su novia la miraba, incrédula. Los demás reían por pensar que era una de las suyas. Me limité a no decir nada, y agradecer que Mau no la hubiese escuchado. Pensé que eran sus habituales celos enfermos de amiga. Celos enfermos de amiga. O sea.

Cuarto acto

El miércoles ella bloqueó a Mau de Facebook. Me puse muy triste, sinceramente me dolió su actitud, hacerle algo a Mau, rechazarlo de esa manera y sin un motivo fue un golpe hacia mi, hacia mi proyecto. ¿Por qué no podía simplemente ponerse contenta por mi y aceptarlo a él como mi pareja? Entiendo que ella reclama mi atención con todo esto, entiendo que ese día mi confusión estimuló el crecimiento de lo que ella ya sentía por mi, que en parte fue mi error. Que ella detesta a Mauro porque es la prueba más grande de mi heterosexualidad, de que nunca vamos a ser pareja. Y me duele estar hablando así de ella, porque la siento como mi hermana, porque es lo más parecido a una gemela que tengo, porque crecí con ella. Es que ya no puedo respetarla, no después de que ponga boludeces en Facebook, no después de que se cagara en nuestra amistad por no poder llegar hasta mi vulva, después de que se burló del hombre que amo, del único hombre que puedo respetar como tal, no después de que me exigió tácitamente que lo deje, que reconozca que él es todo lo que ella quiere hacerme creer que es, y ya no vuelva a acostarme con él, ni con ningún otro, para ser solamente su amiga, así, sin tocarme ni dejar que me toquen, así, negando que le gusto y echándome permanentemente en cara el hecho de no ser lesbiana, así, odiándome por no haberla acariciado esa noche, en ese auto, cuando todo empezó.
Incluso su actuación.