lunes, 13 de febrero de 2012

Buenas noches

Okey, el último post fue mucho más duro de lo que creí que sería. La idea era subir en estos dias la parte dos, pero realmente no voy a poder. La parte uno fue escrita y subida anoche justo antes de ir a dormir estando sola en casa, ya que Mau estaba trabajando. Tuve pesadillas y miedo de que hubieran monstruos o fantasmas en casa. Me dormí imaginanado al hombre malo, que es parecido a los aliens de "Señales", la de Mel Gibson. Teniendo miedo del ventilador, la oscuridad, tapada hasta la cabeza. Volví a dormirme como cada puta noche de mi infancia.
Y tuve un sueño, que paulatinamente se convirtió en pesadilla. Mi viejo, mis tías, mis hermanos en casa, en el cumpleaños de Mauro (que fue el viernes). Una conversación casi circunstancial me hizo saltar la térmica, y empecé a romper los platos contra el piso, mientras le gritaba a mi viejo: "Para qué mierda me trajiste al mundo si no sabés ser padre?? Si no tenés idea lo que es cuidar un hijo" Todos me miraban azorados, dolidos. Él no. A él le daba lo mismo. Entonces me parecía ver algo moviéndose abajo de la mesa, y era una beba, con pañal. Yo me acercaba a ella, quería levantarla en brazos, protegerla de mi propia bronca. Progresivamente se transformaba en mi a los tres años. Estaba asustada, y me abrazó fuerte. Entonces supe que la iba a cuidar. Por esa cosa de los sueños, aparecí en el jardín de la casa de mi abuela. Pero en el jardín que tenía antes, lleno de miles de plantas, casi selvático. Entonces mi tía salía a colgar la ropa, y yo entraba, y empezaba a abrir todas las puertas y ventanas para que corra aire. Tenían el televisor viejo... toda la casa era como antes. Hace por lo menos 16 años que la refaccionaron. Entonces yo miraba el televisor, apagado, y escuchaba como una música. Por la puerta veía a mi tía abrazando las sábanas y bailando, con la mirada dislocada, perdida. Y entraba bailando, y a mi me daba vergûenza estar en ese momento tan íntimo de ella, en el que se acordaba de Juan, su ex novio. Juan era el novio de mi otra tía, ella lo dejó hace mucho ya, y hará cosa de un año nos enteramos que hacia como dos años que había muerto. Era mi tía bailando con su ex novio muerto. Era siniestro por lo menos.
Me desperté de golpe, aterrorizada por el sueño y por los ruidos del piso de arriba, y estaba sola en la pieza. mauro se había encontrado de casualidad con una amiga, y me había dicho que se fueron a tomar algo, así que no quería molestarlo, pero tenía pánico, y le mandé un sms. Me llamó y me calmó de a poco, y pude dormirme sólo después de masturbarme. Qué mejor manera de espantar miedos infantiles que mostrarme que ya no soy una nena?
Y hoy me despertó Mau, muy rápido casi, me llevó hasta la ducha. Yo necesitaba un poco de abrazo, pero no había tiempo. Y tengo que reconocer que estoy un poco enojada con él porque todo empezó con una charla que tuvimos. Como si hubiera tirado la piedra y escondido la mano, como si se hubiera ido cuando más lo necesitaba sin ánimos de volver. Sé que no es así, sé que esta noche a mas tardar me va a dar todos esos mimos que necesito, y me voy a dormir en sus brazos sin hombre malo ni pesadillas ni ansiedad.

Mi papá - parte 1

I.- Sangre

Solía tener miedo de enamorarme de alguien como mi papá. La psicología dice que eso es lo más probable. La historia de la humanidad toda casi que también. La historia de la humanidad de mi vieja también; hoy está casada con un golpeador. Mi viejo, de novio con una mina que es más su mamá que su novia. Y yo lo miraba a mi viejo; tan igualito a todos él, tan dibujado, construído idéntico al resto: falso, egoísta, sordo. Pretendiendo ser alguien que no es. Un padre, por ejemplo. No siempre lo ví así. Antes le creía, y sus palabras tenían la verdad del mundo, pero nunca entendía las mías. Después de una conclusión, o de una anécdota, o lo que fuera que le estaba contando, me quedaba mirando, con cara de "pobrecita" y me decía "Vos tenés una manera muy particular de pensar, pero..." era su manera de decirme que no había entendido nada. Si supieras, Alberto...
Los años pasaron, y él insistía en que yo fuera su amiga, no su hija. En sus momentos de tristeza acudía a mí para desahogarse. Tenía apenas 16 años cuando mi vieja se fue, y 17 cuando entendí que mi viejo no tenía la puta idea de cómo ser padre (creo que fue en el momento en que me dijo que lo estaban medicando por eyaculación precoz). Entiendo que los bebés no traen un libro de "Must and Musn't do" abajo del brazo, pero... tanto la iba a cagar? En fin, yo no quería alguien como él al lado mío bajo ningún punto de vista.  Cuando empecé a encarar las cosas en serio con Mauro, me hice el planteo de si lo que me gustaba de él no serían cosas parecidas al carácter de mi viejo. Ni de lejos. Mauro no tiene nada que ver con mi papá de sangre.

II.- Memoria

No tengo muchos recuerdos de mi niñez comprendida entre los seis y los doce. La mayoría son de golpizas, insultos, decepciones, así que prefiero resignificarlos a medida que pasa el tiempo y tratar de sacar algo positivo. Por algún error, o trauma, en mi cabeza, recuerdo muchas cosas entre los tres y los seis. El primer recuerdo consciente es de mis tres años. El ruido de la barrera baja cuando íbamos a cruzar, a pie, las vías del tren en la estación de Bernal, el calor de diciembre, con su correspondiente sol picante, el ruido del tren que se va, el del tren que viene, mi madre agarrándome de la mano mientras en el otro brazo llevaba a mi hermana de seis meses, una chica que me agarra del hombro y me tira para atrás, mi hermana boca abajo en el piso, yo levantándome para levantarla, su cara con los ojos cerrados, llena de sangre, mis pies volando en el aire mientras un camionero me cruzaba en brazos al sanatorio, mi mamá cruzando San Martín en bombacha, mi tía dejándome a cargo de una compañera de trabajo y yéndose. Los siguientes meses, dejé de existir para toda mi familia. Mi hermana internada demandaba la atención de todos, y era lógico, era estúpidamente lógico, y yo tan chiquita y nadie que me cuide. Bueno, casi nadie. 
Por esos años mi tía estaba de novia con Oscar. Él era... era todo. Era el que jugaba conmigo en la sala de espera de la Clínica del niño, el que me preguntaba cómo estaba, me llevaba al zoológico, al Shopping Sur o a donde sea.Me escuchaba, me regalaba golosinas... y me cuidaba. Mis viejos tenían una verdulería al lado del kiosko de mi tía. Yo pasaba la mayor parte del tiempo en lo de mi tía. El local tenía como anexo una habitación, un baño, un patio y una cocina chiquita. En la habitación había una tele, y yo veía los dibujitos hasta que llegaba Oscar y jugaba conmigo. Los viernes me pasaba a buscar en su fiat 600 verde oliva y nos íbamos a pasear mi tía, Oscarcito y yo. En el viaje me preguntaba por el colegio, por mi familia, por mí. Sabía los nombres de todas mis compañeritas y me daba consejos. Me acuerdo muchísimas cosas de él en este momento, como su mirada, o sus expresiones, su voz. Todas esas cosas se habían escondido de alguna forma adentro mío, y por alguna razón habían quedado dormidas. No las recordaba.

III.- Despedida

Estaba mirando Los cuatro fantásticos cuando llegó. Estaba preocupado, y me dijo que ya volvía, que siga mirando la tele. Mi tía y él cerraron la puerta de la cocina. Escuché que murmuraban, pasaba algo serio. Mi tía sollozó un poco, y después salieron y me hablaron, y me dijeron que él estaba enfermo. Me dijeron la verdad, algo que puedo decir de muy pocas personas. Me dijeron que era una enfermedad grave y que él iba a tratar de curarse. Me dijeron cáncer de pulmón, que a los cinco es lo mismo que gripe con mocos, a los cinco te vas a curar porque las palomas se mueren, los perros se mueren, pero la persona que amás con tu corazón de nena chiquita como si fuera tu papá no se muere. No se muere porque lo amás y eso debería salvarlo. Pero al cáncer no le importa. A la vida no le importa una nena chiquita ni un señor que te cuida. Cuando dice chin pum se terminó. 
Pasaba el tiempo, y lo veía cada vez menos. Estaba haciendo un tratamiento en un lugar de puertas de vidrio que se abrían solas, y él iba y volvía con más malas noticias. Que no funcionaba, que intentaban otra cosa. Que estaba cada vez más débil. Un día lo internaron y no lo ví por un tiempo. Hasta que lo llevaron a la casa porque ya no había qué hacer. Unos días después me llevaron a verlo. Era la primera vez que entraba en su casa, era una casa linda. Él estaba acostado en una cama, con muchas almohadas, casi sentado. Me pidió que le dé agua porque no podía levantar los brazos. Necesitaba que yo lo cuide un poco. Me dió un beso y me dijo que me quería. Y tanta gente mirando y a mi me daba vergüenza estar delante de tanta gente con mi papá en cama. Le había salido una mancha en la cara. No me dejaron estar mucho tiempo con él... y por qué no? era el último tiempo que teníamos juntos, y ellos no me dejaron quedarme. 
La mañana siguiente cuando volví del colegio mis padres se miraron, preguntándose entre sí quién me lo diría. Ella le dijo "Yo hablo con ella" y Alberto se fue. Ni siquiera en esa estuvo. Mi mamá me dijo 
-Vos sabés que él estaba muy enfermo y...
-No. No te escucho
-Joha, escuchame. Es difícil, pero Oscarcito se murió, se fue al cielo y...
-No mamá, no. Se equivocaron, él está vivo...- y lloré. Lloré como nunca había llorado, como estoy llorando ahora, como creí que nunca volvería a llorar. Tenía seis años y se me había terminado la infancia, la protección de mi papá de verdad, su voz, sus abrazos, todo. Se había terminado lo lindo de mi vida.
Él me esperó. Se despidió de mi antes de irse, me dejó ese último beso, ese último pedido de que me quede junto a él. Y yo estuve, de la manera en que él sabía que iba a estar. 
Porque conocía bien a su hija. 

sábado, 11 de febrero de 2012

Una de los Baba

"Te despertaste con la extraña sensación/ de que ya no pertenecías/ a la decó de adolescente habitación/ a los fantasmas de otras vidas" Babasónicos a pleno. Hacía tiempo que venía sintiéndome incómoda en mi piel, y lo sabía. Necesitaba un cambio. Estaba colorada, como una muestra del fuego interno que me consumía, explotaba bajo mi piel, sin llegar jamás a concretarse. Sin trabajo, corría agosto, y necesitaba no estar en mi casa, en mi habitación, en mí misma, mascullando mentiras que intentaba creer, mientras veía cómo tanto mi familia como mi pareja iban naufragando, cómo no tenía ganas de reflotar un carajo. 2010 fue un año duro, y estaban empezando a golpear todas esas cosas que intenté negar, que en parte conseguí negar durante tantos años. La ausencia de mi viejo, la personalidad errática y enferma de mi hermana, la discapacidad de mi otra hermana, la pelotudez de mi novio, la incipiente adolescencia (con sus respectivas depresiones) de mi hermano solo, sin papá, sin mamá, sin dios. Mi soltería eterna, mi soledad interna a pesar de estar rodeada de gente, el tiro en la frente demasiado pronto a mi adolescencia.
"Esta no es tu casa, este ya no es tu lugar/ huye conmigo, abandona a los demás" Mi novio me había puesto una condición al volver. Irnos a vivir juntos. No tenía ganas de cumplir la promesa, pero tampoco de seguir viviendo en esa casa. Fuimos a ver algunos departamentos, y yo pensando que él nunca iba a estar a la altura, que a mis 23 años ya había criado demasiados hijos ajenos. No sería ese el camino. Para poder salir de ahí, primero tenía que vernos. Ver cómo funcionaba el sistema "casa" completo, desde lo más afuera posible. Paralelamente me había anotado en la facultad, en el horario de la tarde, para poder llegar después del trabajo. Una materia en avellaneda, la otra en Capital. Para ese entonces, Capital era, en mi cabeza, sólo una masa de gente moviéndose entre edificios, y no se extendía mucho más allá del microcentro.
"Hiciste el bolso y te pusiste el pantalón/ aquel que más mujer te hacía/ con el silencio de la noche de telón/ mientras dormía la familia" Conseguí laburo en un call center al que mandé un CV cuando me dí cuenta que era la única opción para entrar rápido a laburar. Mi viejo se opuso rotundamente, ya que la opción para seguir en la facu era laburar de noche, era un lugar de alta rotación, y yo me merecía algo mejor. A diferencia de él, sentarse a esperar no era una opción para mi. Mientras tanto, mi hermana cambiaba de novio y mi hermano conocía a su primer novia. Mi viejo se volvía cada vez más huraño, más imbécil, y mi novio me reclamaba dulzura y ternura; dos cosas que no podía darle porque no me nacían hacia él. El proyecto de irnos a vivir juntos había naufragado gracias a que no tenía trabajo. Gracias.
"Esa no es tu casa, ese ya no es tu lugar/ huye conmigo, abandona a los demás" Septiembre. Empiezo a trabajar en el call, y conozco a mis compañeros de team. Eran veinte mas o menos, pero uno de ellos hizo un chiste. Usaba sombrero e hizo un chiste que no entendí. Empecé a perder contacto con mi familia, dormía al revés que ellos, cursaba en la facu, estudiaba. No tenía tiempo para nada. Mi tía de San Telmo me ofreció su casa para dormir, y acepté. El silencio de llegar allí y que no haya nadie, la paz de estar sola, de quererme sola, de saberme sola. Mis hermanos me extrañaban, los veía poco y ya empezaba a verlos un poco más de lejos.
"Nos encontramos en Plaza Constitución/ y no sabías a dónde ibas/ con la certeza y la humedad en tu corazón/ que un paso atrás ya no darías" Octubre. Las cosas empiezan a quebrarse. Estudiar en casa es imposible, y empiezo a no volver en la semana. A mi viejo casi ni lo veo. Con mi novio las cosas están atadas con hilitos. Lo ascienden en el laburo; de pelotudo auxiliar a pelotudo medianamente importante. El chico del sombrero y yo cruzamos algunas palabras, me hace reír siempre. Me doy cuenta que está tan loco como yo, y lo deseo, quiero sentir su cuerpo, su piel, saborearlo, empacharme de su semen. El 31 le pinto la cara con la yema de mis dedos. Lo deseo más que nunca. Mi novio me reclama que quiero sexo más a menudo que de costumbre; ni siquiera sospecha que pienso en el chico del sombrero mientras cogemos.
"Huye conmigo, fugate de aquí" Noviembre. Me toca un día de mierda en el trabajo, y el chico del sombrero me contiene, me da un abrazo, y un beso en la comisura de los labios. Dos días después junto envión, anoto mi número en un papelito y lo dejo en su escritorio. Esa semana vamos a tomar algo, y no importaban las palabras, él acariciaba mi hombro. Caminamos unas cuadras y me roba un beso. Le mando un mensaje diciéndole que sé que nos vamos a llevar bien en la cama. Al día siguiente un parcial, y mi novio diciéndome que se va a pasar el día a la casa de una compañera de laburo. Gracias nene, no sabía cómo dejarte. Mi familia es ruido blanco, casi no los veo. El sábado veo al chico del sombrero en Face, y acordamos encontrarnos en la puerta de un telo, a las doce. Pidió un turno, aunque podríamos haber pedido dos de una, pero supongo que me quería probar antes de decidir. Me pareció bien. Cogimos como si nos hubiéramos tenido ganas por siglos. Cuando llamaron de la recepción, pidió otro turno y algo para tomar.
Eran más o menos las 4 cuando Mauro y yo nos dormíamos abrazados por primera vez.