martes, 2 de octubre de 2012

Otra vez

Me mira. Entiendo esa mirada, de cachorro tierno, de por favor no sigas, que ví tantas otras veces en tantos otros ojos. Entiendo que la próxima vez voy a preferir no estar porque lo quiero, y es una persona excelente. Porque ya lo siento como un amigo, porque se que como amigo es fiel hasta los huesos. Mi hombre se ríe, en la punta de la mesa, que le corresponde por ser el hombre de mis sueños, de mis pesadillas, y de la casa, y sé que no ve lo que yo veo. Su (nuestro) amigo está a su izquierda, y yo a su derecha. Unos fernet y Capusotto completan el cuadro. Nos reímos, escuchamos música, y esa mirada de nuevo, y la puta madre, pienso, no hables, no sonrías, no quieras seguir siendo amiga de él, dejá de soltarte tanto, pelotuda, acordate de lo que pasa cada vez que te soltás.
"Lo que pasa" es que históricamente, sin excepciones, mis amigos se enamoraron de mi. Y es como un karma, como si no pudiera relajarme y ser yo porque atraigo. Pero, como pasa siempre, también pienso que el hecho de que su matrimonio esté trastabillando hace más de un año le hace desear no tenerme, si no tener una relación así. Todos quisieran esto, en realidad, pasa que nadie se anima.
El peor momento llegó cuando él se puso mi sombrero cowboy (regalo de un viaje de mis tías) y me miró como si me fuera a montar. Entonces Mau le dijo que era mío, él sonrió, y yo me dediqué a hacer de pendeja boluda el resto de la noche, pendiente de mi celu, lejos de la reunión. Me repito que no es conmigo, no es conmigo, no, no es. Sé que no va a intentar nada, porque tiene muchos códigos.
Capaz fue el fenet, o Capusotto, o que veo visiones. Capaz es que ya vi esa mirada antes, alguna vez...

No hay comentarios:

Publicar un comentario