jueves, 10 de mayo de 2012

Sola

Mauro recuperó el auto esta mañana, pero tuvo que hacer algunos trámites, por lo que acaba de salir a trabajar. El último mes estuvo sin el taxi, mientras yo me adaptaba a dos nuevos trabajos. Un call center en el centro, y cuidar a un nene, no muy lejos de ahí. Él estuvo deprimido... es decir, yo llegaba fundida del laburo y tenía que ponerme a hacer las cosas de la casa. Le pedía las cosas más de una vez, y él se olvidaba. De todo. Y por todo me decía: dejá, yo mañana me encargo. Y acá estamos, conmigo escribiendo después de terminar de hacer la mayoría (no todas porque me duele toda la espalda) de las putas cosas de la casa. Después de no haber dormido un carajo porque salimos a festejar anoche, después de haber trabajado de lunes a sábado la semana pasada, de ver cómo él quería que le dedique toda mi atención al volver, sin darme lugar a que me ponga a escribir o a pelotudear. Cambié de amo?
Hoy cuando salí del trabajo fui con dos de mis compañeras a una librería a comprar el libro que le iba a regalar a mi hermana para su cumpleaños. Ya que no tenía que ir a cuidar al nene me quedé con ellas caminando un poco, mientras Mauro estaba en la administración por un problema que tuvimos con las expensas. Él hacía dos horas, casi, que estaba en la administración cuando salí del trabajo. Mientras hablaba con las chicas en algún momento me di cuenta que me estaba sonando el celu. Pedí disculpas, saludé, y me encaminé al subte, mientras atendía a Mauro. Entre cinco y diez minutos gritándome, diciéndome lo desconsiderada que era, que cómo podía ser, que él capaz que me necesitaba y yo estaba boludeando. Bueno, perdón por tomarme 30 putos minutos en medio de las obligaciones que tengo. Lo contuve lo mejor que pude, le recordé que yo había estado ahí todo el tiempo por sms, le pedí perdón, mientras pensaba: ¿Tan boluda seré? O sea, le doy todo. Okey, estos días estuve irritable, pero hago lo mejor que puedo para que estemos bien, trato de que mi carácter no arruine las cosas, de reprimir mi enojo cada vez que tengo ganas de matarlo, de no decirle lo mucho que me duele sentir que me deja sola en las pequeñas cosas de todos los días, como lavar los platos o la ropa, de cómo me molesta no poder echarme en el sillón a ver tele cuando vuelvo porque él estuvo todo el día echado y me extrañó y no hizo un culo por la vida.
Para peor, hoy traté de escribír un Epílogo para "Hoja de ruta" que es el retrato que fui esbozando de él y yo, tiene mucho de experimental, y me gustaría convertirlo en libro, pero no pude. Necesitaba sacarme algo de adentro y no lo conseguí. Me mandé tremenda introducción, reconociéndome más madura que antes, tanto en lo literario como en lo personal, pero cuando tuve que encarar el tema, me dió asco. No tiene nada que ver con lo que vengo contando, si no con otras cosas que me siguen doliendo y quisiera purgar, y no puedo, ya sea por ese mismo asco o por una cuestión de amor propio, de orgullo herido. 
En un momento fui a la pieza y lo encontré leyendo muy atento mensajes de face de una ex. Con esa mina contactó "de casualidad" cuando en una crisis que tuve hace un tiempo mandó un mensaje por badoo (porque en las crisis de él yo lo banco, pero en las mías hay que salir a buscar suplente). Me explicó que era un mensaje que la mina le había mandado, me lo mostró. Le creo que me lo mostró porque quiso... dos cositas; la primera es una pregunta: si yo no hubiera entrado en ese momento en la pieza, ¿me lo hubiera dicho?. La segunda: es más divertido boyar en internet que hacerme compañía mientras limpio la casa. O será que está bueno vivir en la mugre y soy la tarada que no entiende.
Entonces, yo soy una hija de puta, una remil forra que tarda en atender el teléfono cuando él me podría necesitar (para repetirle todo por vez número 28) por estar hablando con mis compañeras de laburo, pero está bien que él no me ayude en nada, que prefiera seguir escapándose de todo mientras voy sintiendo que me deja sola en la pelea, mientras le pido ayuda de todas las maneras posibles y lo único que escucho es "mañana" y lo único que veo es su cara iluminada por el monitor, y su decepción cuando me enojo, y me dice que lo canso, que todos los días algo diferente, y es siempre lo mismo, y estoy cansada, y no sé cuánto tiempo más de esto voy a soportar. No quiero sentirme así. 
Sola.

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