lunes, 17 de enero de 2011

Te llevo en mi piel

Bueno, finalmente el sabado no hice ninguna, y ayer, domingo, pasé todo el día con él. Mauro. Estoy escribiendo algo, que empezó como uno de esos cuentos cortos que suelo escribir, y ya tiene mas de 20 páginas. Se convirtió en una especie de diario. Hoy me enfrenté a un capítulo (XI) en el que hablo de él, por vez primera, tanto de él como persona como de mi visión de él. Se me hace muy difícil hablar de él sin hablar de mi, básicamente porque lo siento tan adentro mio, tan perfectamente compatible, tan igual a mi que muchas veces no sé de quién de los dos estoy hablando. En fin, este post no es para andar copiándome a mi misma, ni para hablar de Mau... no.
Este post se lo quiero dedicar a mis dos estrellas, Marina y L.
Marina en marzo cumple 16, es hermosa, y siempre se viste con onda. Cuando la ves venir te da medio hueca, pero en cuanto empieza a hablar te la manda a guardar, y cómo! Es dulce, cree en cosas que hace rato dejé de creer, porque, claro, tiene 15 años. Tuvo la fuerza suficiente como para volverse a armar desde sus pedacitos, con mi apoyo, y el de los demás miembros de la familia. Todavía me acuerdo de ella hace dos años. Me odiaba; creía en su mamá. En mi mamá. En agosto del 2009, pasó algo que no voy a escribir acá porque fue demasiado. Entonces, Marina llorando, completamente destruída (tenía apenas 14 años, y la carga, todo el peso de la verdad, la estaba asfixiando), coloradísima, me rogaba "perdoname, Agus, vos sos mi familia, no esa hija de puta, perdoname porque nunca te creí, porque vos fuiste la que siempre estuvo, la que siempre me cuidó..." me acuerdo y se me hace un nudo en la garganta. Yo no tenía nada que perdonarle. La abracé y la besé un rato, hata que de a poco se fue calmando. Agradecí que ese momento finalmente hubiera llegado, y que gracias a la fuerza que mueve el universo, para Marina no era tarde. No iba a ser una enferma como su madre (las dos tienen un carácter parecido en algunas cosas) si no que Marina siempre iba a ser, es, una luz. Una de mis estrellas.
L tiene 14, y es un adulto en cuerpo de nene, o un nene en cuerpo de adulto, depende el momento. Es introvertido completamente, si bien tiene muchos conocidos, y algún que otro amigo, porque es muy carismático y charlatán, pero le cuesta muchísimo atravesar su propia coraza y mostrarse. Cuando lo veo triste, tengo que meterle el dedo en... la llaga durante mucho tiempo, llenarlo de preguntas, pero con cariño, muy de a poco, porque tiende a sentirse invadido con facilidad. Hasta que al final habla, y me mira con sus ojitos de abuelo cansado, de niñez robada, y siento que daría mi vida por mitigar, un poco al menos, su dolor. Es entonces cuando me dice "¿Cómo te diste cuenta que estaba triste?" Mi amor... porque te miro, porque estás acá y tu hermana es bruja, sabe cuando la necesitás. Siempre estoy, boludito. Entonces él sonríe y lo abrazo y le digo cuánto lo quiero, porque me doy cuenta que no se lo digo tantas veces como debería. Tiene una claridad para pensar, es inteligente, demasiado, y también es muy buena persona. Tiene esa belleza que nunca va a vencerse ante el paso del tiempo, porque viene desde su corazón. Es esa luz que me guía. Es mi otra estrella.
En cuanto pueda, voy a subir la foto del tatuaje que me hice el viernes. Es una estrella, con las verdaderas iniciales de ellos, una J de Marina, y una I de L.
Siempre los tuve conmigo, siempre me iluminaron el camino, ahora ademas los llevo en mi piel.

Los amo, cacas!

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