lunes, 8 de agosto de 2011

Tomando impulso

"Va a empeorar antes de poder mejorar" le dice Tara a su marido, mientras están jugando al bowling con los hijos. Tara es una mujer con trastorno disociativo de personalidad; personalidades diferentes en la misma persona, la disociación se produce por sucesos traumáticos o infancias de mierda. Esa frase cierra la primer temporada, y me doy cuenta que también puede llegar a resumir el sentido del tratamiento psicológico. Muchas veces me sentí mal, atenté contra mí, ya sea a través de mi relación con la comida, el alcohol, los cigarrillos, las drogas, el sexo o la gente... P!nk una vez dijo, al respecto de Just like a pill (uno de sus mejores temas), "las adicciones vienen en todo tipo de frascos" amén. Mis problemas con las personas no pasan por un exceso de agresividad, por brotes violentos, no. Siempre fui la tonta del bote, y sin embargo me esforcé en cambiar eso. Pero no se puede enseñar trucos nuevos a un perro viejo (hoy vine con mil frases hechas); el zorro pierde el pelo pero no las mañas.
Mi mamá. Mi mamá no me mima... hace por lo menos siete años que no hablo con ella, y de hecho prefiero decir que se murió cuando me preguntan porqué no vive con nosotros antes que decir la verdad. Porque la verdad siempre es dura; si las familias fueran como los Ingalls ese programa no hubiera durado ni tres episodios, porque hubiera alcanzado con mirarse uno mismo, la propia familia. Mi mamá es una hija de puta. Nunca se hizo cargo de ser mamá, siempre me trató como un objeto de su propiedad. Me pegaba tanto física como psicológicamente, desde un cachetazo hasta una golpiza, desde un "sos igual de vaga que tu padre" hasta un "cuando vos estés mal yo me voy a reir", pasando por todos los insultos y burlas imaginables. A esta altura de mi vida, me doy cuenta que ella hizo lo que pudo, pero lo cierto es que "lo que pudo" aplica a hacer el almuerzo y no dejarme cicatrices graves.
Mi papá. Tortita de cebada, papá no me dá nada... mi viejo vivió 17 años con una mujer que jamás conoció, una dictadora doméstica, Hitler de entrecasa, y no se enteró. Papá sigue pensando que soy una pendeja que no entiende nada de la vida, que busca marginarse del mundo como forma de protección, que se cree la dueña de la verdad. Nunca se preocupó de que mi psiquis, mi salud mental estuviera bien; con que no lo molestara alcanzaba.
Pasaron los años, fui quebrándome... el último post lo subió Johana, que es mi protectora. De un tiempo a esta parte empecé terapia, me enfrenté a mis fantasmas y empecé a buscar respuestas, el porqué de mi situación actual. Fui la mamá de mis hermanos y de mi viejo, incluso a veces fui el papá de mis hermanos, siempre puse a los demás por delante mío, por sentirme una lacra, por haber escuchado durante dieciséis años que soy una inútil y que nadie refute eso. De a poco, fui tomando el timón de mi propio barco, fui poniéndome a mí adelante, y ahora mi hermano y mi viejo me lo quieren cobrar. Es lógico; los varones se apegan mucho a sus mamás.
En medio de toda esa batahola aparece Mau y de a poco tengo que hacerme cargo de mi capacidad de sentir, de que no estoy ocupando mi lugar en casa, que de hecho ni siquiera tengo un lugar en casa. Tenemos idas, vueltas, y cuando todo indica que es el final, que nunca mas vamos a estar juntos, volvemos con más fuerza que nunca, armamos un plan de viaje para crecer como pareja, sumado al crecimiento personal que nos brindamos. Finalmente, o inicialmente, nos estabilizamos como pareja, después de una crisis gigante, y en medio de mi crisis personal. Entonces, a Mau la vida le pega sin asco, y es él quien entra en crisis, un dolor que tiene la fuerza de años de contención lo empieza a torturar, es de esas espinitas guachas que te obligan a clavarte una aguja caliente para sacarla, llena de sangre y cochinada.
Y acá estoy, en su departamento, dejando por un rato en pausa mi búsqueda personal para poder ayudarlo, para centrarnos en él; así también estamos construyendo un "nosotros" un futuro en común.
Aunque ahora las cosas estén empeorando, van a mejorar.

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