sábado, 5 de marzo de 2011

Last Shot

Mientras escribo, Mau está con su ex. Mis dedos se deslizan sobre el teclado tal vez como los suyos se estén deslizando sobre el cuerpo de ella, la otra. Fue un pedido de ella; pasar este fin de semana largo juntos, y después no hablarse al menos por dos meses. “Tenés todo mi apoyo” fue lo único que supe decir, y es cierto. Este fin de semana está alistado en el grupo “Cosas que TENGO que hacer”, al menos para mi (aunque no puedo evitar pensar que para él también es así), y es lo mejor.
El jueves pasamos el día juntos, fue perfecto. Toda esa luz que se proyecta desde él hacia mí, desde mi centro hacia él, ese calor y esa ternura, es como nadar en un mar de plenitud. Sé que está pasando por un momento muy difícil, sé que está renunciando a muchas cosas al elegirme, y en realidad no sé cómo explicar lo que siento ahora mismo. No es dolor, no es tristeza… ansiedad, supongo. Estando en su cama, en sus brazos, no pude evitar llorar. No tenía idea de por qué estaba llorando (ni él, fue una tormenta sin anuncios), y Mau supo, como siempre, llevarme hasta la raíz de ese llanto.
-Ya sé que es- escondo la cara en su hombro, él me agarra del mentón y hace que lo mire, tomo aire y empiezo-Prometeme que no te enojás- a veces digo pelotudeces como nadie
-No empieces con eso- me mira- si me enojo, no lo vas a evitar pidiéndome que no lo haga, y de hecho me molesta mas que me lo pidas- me mira, firme (y, ¿por qué sos tan igual a lo que siempre quise?).
-Bueno, lo que pasa es que vas a pasar el fin de semana completo con ella, y ya se que es una pelotudez, pero tengo miedo que eso cambie las cosas- lo lastimé. Sé que le dolió lo que dije, que no tiene sentido, que me ama. A veces los cinco gramos de inseguridad que sobrevivieron a mi adolescencia toman mi castillo por sorpresa.
-Yo me estoy jugando por vos- está enojado –es la segunda vez en mi vida que voy a renunciar a una vida cómoda y burguesa, y lo voy a hacer por vos, porque te amo- me muero. Me muero de amor.
-Mi amor, ya lo sé, lo entiendo, y me parece lo mejor lo que vas a hacer, racionalmente lo sé, y también lo siento acá, en el pecho, pero necesitaba escucharte decirlo-
-Lo sé, linda. Vos sos mi mujer, yo te elegí- nos besamos un poco –Me llama la atención que tengas miedo, nunca fuiste una mina insegura- Lo miro, extrañada, y sonrío. Vamos a tener que hablar de eso, pero no es momento.
-Si, qué se yo… nunca había amado a nadie, ahora me doy cuenta. Supongo que es eso lo que me asusta.- lo abrazo, piel a piel, como es siempre cuando estamos juntos.
-Linda…
Es el último tramo, la última tormenta, el último trago. Por eso mismo es el más difícil. Me siento su mujer, me reconozco en sus brazos, cuando me veo con él en el espejo, cuando camino de su mano. Ahora, mientras escribo, sé que para él está empezando a terminar el dolor, que es un camino largo, que tiene que hacer el duelo para poder dejar su pasado atrás. Sé que el miércoles va a ser el primer día de nuestra vida juntos sin triangulaciones, dos seres enteros, dos puntos, acompañándose. Lo cierto es que me jode que esta felicidad implique el dolor de alguien mas, aunque ese alguien sea lo que siempre supe que no voy a ser jamás y ni siquiera la conozca, aunque por como eran las cosas entre ellos lo mas sano que pudo haber hecho es dejarla. También es cierto que son dos decisiones diferentes, aunque parezcan la misma dada la superposición, y no quiero que las cosas queden confundidas.
Así que acá estoy, esperando llegar a destino, que pase la tormenta, que el barman me muestre la botella vacía.

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