miércoles, 8 de junio de 2011

Fieras



Estoy como en medio de una nada azul, con ganas de flotar hacia el mas negro universo, perseguir esa utopía de estrellas. Veo el resto del mundo desde mi lugar, respiro y mis pulmones se llenan de pintura de millones de colores, compatibles con 32 y 64 bits. Colores en HD. Nado a traves de este espacio intersticial entre mi yo y el universo, entre el todo y la nada (¿o estoy en el lugar que llaman limbo?), y veo cientos de animales huyendo en estampida, felices de que no hayan cerrado el candado, flores que bailan al rededor de un estanque en el que vuelan mariposas, y un poco mas allá, la tierra oscura. Una luz roja ilumina todo ese sector, y sé que quienes viven ahí están planeando entrar al parque sin pedir permiso, comerse de a bocados cada ser. Y yo estoy tan cómoda, tan feliz en este vuelo, que no tengo ganas de moverme, de impedir que eso pase. Aunque sé que voy a hacerlo cuando me resulte inminente, porque siempre llega ese punto, el de inflexión.

Cierro los ojos y vuelvo a sentir todas esas inquietudes que creí olvidadas, y me doy cuenta que este último tiempo odié la parte de mi que siempre me dominó, la parte de la cual siempre me sentí orgullosa. Y esto no va a seguir siendo así. No voy a permitir que las criaturas oscuras que habitan en esa tierra donde sólo importa el libertinaje destruyan la frágil estabilidad del resto de mi yo, pero tampoco las voy a seguir atando, maltratando. Son tan auténticas como el resto, y habitan en mi desde mucho antes, así que voy a darles un poco de soga. No sé cómo ni cuándo, pero necesitan salir, y necesito que salgan para que no me asesinen, para que no vuelvan a pensar en matarme o matarlo (ni siquiera sé cuán serias son al respecto), para que dejen de intentar separarnos. Para satisfacer su necesidad de adulación, su ego.

Lo que quieren no es carne fresca, sino volver a sentir esa adrenalina... se puede?

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