miércoles, 29 de junio de 2011

En control

Pasaron muchos años desde la división. Siempre iba ella, yo la acompañaba forzosamente, pero no me dejaba hablar, opinar… a veces me dormía con alguna pastilla hasta que se cansó definitivamente de mi, me ató y encerró. Con el tiempo, mis músculos empezaron a aterirse y mi voz a enmudecer. Y sentí que me moría, que ya no tendría fuerzas para manifestarme porque ella no me lo permitía, para cuidarme, decía, para que no nos lastimen, para ser felices juntas sin nadie mas.
Pero me dejaba escuchar música, eso sí. Ella no entendía los contenidos, porque nunca había dejado que la lleve a ninguno de esos lugares, pero me lo permitía. Nunca entendió, no sabía de qué se trataba todo esto, porqué alguien escribiría una canción triste a alguien que se fue. Es que a ella no se le iba nadie. Elegía. Siempre elegía. Jugaba con los hombres, los despersonalizaba y los tenía comiendo de su mano, dándoles sexo a cuentagotas, divirtiéndose. Y yo, impotente miraba todo y trataba de no pensar, de no mirar lo que ella nos estaba haciendo, llena de temor a morir, a terminar de desaparecer.
Pasaron los años, como decía, y ella seguía de mal en peor. Hizo cosas que reprobé profundamente, pero me trataba de tonta, de blanda. No me escuchaba. Su razón lo era todo para ambas, no importaba yo. Entonces llegó él. Ella supo desde el principio que él no era uno más. No era maleable, se hacía desear, jugaba con nuestro deseo. Y ella decidió que iba a jugar, como siempre, y luego iba a salir eyectada como siempre también. Pero él era diferente en serio. Él no se dejaba arrasar, ofrecía una resistencia única, consolidada a través de años de jugar. Sin querer, ella lo fue dejando pasar, con el firme propósito de darle una lección, de enseñarle que con las mujeres no se juega. Hit and run, jaque mate nene, conmigo no podés. Él la fue dejando pasar y de a poco los dos se vieron envueltos en algo que los superó. Fue entonces que esa parte de él que estaba encerrada bajo siete llaves llegó hasta mí. Y yo lo abracé, empecé a cantar despacito en su oído todas esas canciones que ella nunca había entendido, y tuvo que entender, porque ella lo sentía moviéndose adentro nuestro, y supo que era tarde. Que esta vez no iba a salir eyectada porque había llegado a su hogar, ese hueco que se forma bajo el hombro de él y su clavícula, con el tamaño justo para que yo apoye la cabeza.
Entonces conseguí atarla y encerrarla en el sótano. Pero yo soy chiquita, y no me dieron de comer tanto como a ella, y mis músculos se están empezando a desarrollar apenas. Pienso en lo mejor para los cuatro, y trato que ella se quede tranquila, pero es muy sádica y muy fuerte, mucho mas que yo por momentos, y ahora mismo me está gritando para que la deje salir, para “poner las cosas en su lugar”. Y no quiero, y ella sabe que lo mejor es que yo maneje todo esto, tragarse todo su orgullo, sus juegos mentales o sexuales, su manera de tratar a las personas como si fueran ecuaciones o incógnitas hasta que las descifra y se va. Se aburre muy fácil y está muy enojada porque él la sigue divirtiendo, porque sabe que con él todo es posible. Que de él ya está enamorada en su manera enferma de ver el mundo, porque nos da exactamente lo que necesitamos.
Pasó algún tiempo y todo estuvo en orden… hasta que empecé a bajar la guardia. Pensé que ella ya había aceptado la realidad, pero no. Recién está empezando a ceder. Y a qué precio. Recién ahora entiende que mi dolor es nuestro dolor, que de ninguna manera podemos seguir comportándonos como dos entes separados porque somos la misma, y lo que me duele a mi también le duele a ella. Ambas estamos sufriendo porque a ella se le ocurrió lastimarlo. Y me dice que va a entender, que se va a calmar, y yo siento que al fin estoy tomando el control de mí misma, pero no sé si puedo confiar en su palabra. Sé que ella se retorció lo suficiente como para pedirme a gritos que haga algo, que arregle lo que rompió, que va a ser buena. No lo sé. Espero que esté siendo sincera, y que él pueda darme otra oportunidad.
Mientras tanto estoy acá; esperándolo una vez más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario