martes, 10 de noviembre de 2009

Las cinco etapas del duelo

14/10/2009

Primera: Negación

[Ella]
Fue hace cuatro meses más o menos. De pronto, entendí que estaba sola. Estar solo cuando uno elige la soltería está bueno, de hecho, es la idea. Pero estar solo estando en pareja… es simplemente patético. Doloroso. Y ahí estaba yo, negando lo sola que me sentía, negando que ya no lo quería en mi vida, negando.

[Él]
El domingo va a hacer un mes (“casualmente” subí un post el mismo día que lo dejé). No lo pudo creer. Ese día su escepticismo lo llevó a no darse cuenta que no le estaba preguntando nada, que ya no había nada porqué pelear, que ese era el final. Ni siquiera lloró, aunque se acongojó bastante. Tampoco le dí tiempo para llorar, apenas lo abracé automáticamente después de dar por teminada la conversación y le regalé un alfajor. Son esas cosas que una nunca se explica, suenan irónicas, tal vez pensé que ese pedazo de chocolate lo ayudaría. “No te creo. Vos me seguís amando” repetía.

Segunda: Ira

[Ella]
Fue hace poco más de tres meses. Lo odiaba. Si respiraba, si se reía, si quería coger, si no quería. Si dormía, si despertaba. Vivía enojada con él. Adrián, en su infinita sabiduría zen, me preguntó más de una vez porqué seguía con él en ese período. Fue el más desgastante para mí.

[Él]
Diez días después de dejarlo, lo vi. Pasó a buscarme por el trabajo, tenía algunas cosas para devolverme. Mantuvimos una conversación políticamente correcta, dos adultos hablando en tono neutral sobre nimiedades. El clima, la inflación, etc. Me odiaba. Lo podía sentir, y ver en sus ojos. Incluso, en algún momento me dijo “Que linda que estas” con rencor. Un poco después me mandó un mensaje “Me da bronca verte así de linda. Nunca estuviste así de linda cuando estabas conmigo”.

Tercera: Regateo

[Ella]
Lo convencí de que fuera a la psicóloga y le dí un ultimátum. Aunque sea buscá laburo, no hace falta que consigas uno ya, si no ver la intención en vos. Aunque sea besame sin que te lo pida. Aunque sea.

[Él]
El sábado me lo crucé en el msn. Me habló, le hablé. Primero cómo estas, qué hacías, todo bien. Después ¿Cómo te llevás con él? Que te importa. Después me ofreció (o pidió, no entendí) sexo. Aunque sea. El domingo me bombardeó a mensajes “Te deseo. Usame si es eso lo que querés. Te extraño, te quiero.” Etc.

Cuarta: Depresión

[Ella]
Hace un mes y medio. Del trabajo a la compu, evitando pensar. Después duermo hasta mañana y todo empieza de nuevo. Los días son una sucesión sin sentido de caras, calles, nubes, mentiras. ¿En serio tengo que hacerlo? ¿Es tan necesario? ¿No estábamos bien? Todavía retumba la pregunta de Adrián “¿Por qué seguís con él?”. Los fines de semana son puntos de quiebre, comparto más tiempo con él, no lloro tanto, o espero a que se duerma para llorar. Los días en que creí ser feliz con él quedaron muy atrás, a un millón de años. Estoy peor que nunca.

[Él]
Ayer me mandó un mensaje diciéndome lo triste que estaba, lo mal que se sentía. “Siento que estuviste conmigo por lástima, y no sabés lo mal que me siento” Claro que lo sé. Decido no contestarle; supongo que va a permanecer en esta etapa durante algún tiempo. “Decile que lo supere” me dice Naty.

Quinta: Aceptación

[Ella]
El domingo pasado hizo un mes de esto. Llegué a mi casa, agarré una bolsa, puse allí su ropa, lo llamé y le pedí que no me llamara ni me buscara esa semana. Que necesitaba tiempo. El viernes siguiente le dí esa bolsa. Le dije que no lo quería ver mas, ni como amigo. Apenas lo abracé automáticamente después de dar por terminada la conversación, y me fui. Me sentí un poco basura por no estar mal. Pero fue sólo porque ya lo había superado.
Y este duelo fue el camino hacia algo mucho mejor.

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