viernes, 15 de julio de 2011

Siesta


- Hoy vino Johana- le digo, mientras se sienta al lado mio en el subte
- Es bueno saberlo- me contesta dolido. Vamos a ir al cine, a ver Harry Potter, como para cerrar de manera apropiada y mi manía de cerrar cerca de donde abrió. Y, ¿Por qué necesito ir en círculo? ¿De dónde viene esta necesidad de volver al origen? Como si pudiera volver a ese hotel, a él diciéndome "Hoy vine dispuesto a dejarte. Pero no puedo." Como si esta vez las cosas se resumieran en coger. Mientras nos miramos en el subte, sin decir una palabra, pienso. Pienso que podría matarlo con mis propias manos, o morir en el intento. Pienso que ese hombre que está sentado al lado mío, dispuesto a darme lo mejor de él mientras me castiga con lo peor, es tan ajeno a mi, tan extraño. Lo miro y soy incapaz de reconocerme en sus ojos. Sé que él tampoco puede verse en los míos, por Johana, siempre ella, siempre yo. Johana es un personaje que hice en una obra de teatro hace un par de años. Era la hermana de la protagonista; cínica, frígida, resentida. Me costó mucho encontrar el personaje, hasta que Adrián me dijo "Tenés que imaginártela. ¿A dónde va Johana cuando sale de su casa? ¿Tiene amigos? ¿Qué hace con su vida?" Me tuvo así durante toda la tarde, hasta que salió. Pude envasar y pasteurizar esa parte de mi, para que me defienda cuando estoy demasiado herida, y no salga a menos que se lo permita. Entonces, en el subte, dejé que ella jugara con él, y la verdad sirvió para calmarla, para que se saque un poco las ganas, porque hace mucho que quiere salir con él, y nunca la había dejado.
Fuimos al cine, pero ya no había función, así que sacamos para el viernes, ayer. Cena, y después al depto. A esa altura ya nos habíamos dicho lo suficiente como para estar apenas más tranquilos, pero con todo ese fuego abajo de la alfombra. Llegamos y me desnudó de toque, me acostó en la cama, y yo diciéndole "no quiero coger". Y él: "te pongo en bolas para hablar, no hace falta que cojamos ahora" supongo que los dos quisimos creer esa mentira con patas de cinco minutos, porque después de una semana sin vernos la prioridad era otra.
Después hablamos, tuvimos el segundo round y nos dormimos. Y soñé. Iba caminando con un par de amigos, planeando irnos de vacaciones, y yo veía el fiat 128 que era de mi viejo (lo vendió hace fácil doce años), todo quemado. Y les decía a los chicos "Buenísimo, lo hago arrancar y vamos", y me subía. Abajo, todos con las mochilas mirándome con compasión, como se mira a un perrito que intenta despertar a otro recién aplastado por un camión. Por suerte me desperté, y él estaba ahí. Lo abracé, mientras volvía del sueño, e intentaba espantar las imágenes de mi cabeza, le dí algún beso. Durante todo el tiempo que pasó entre que me empecé a enamorar de él y ahora todos me miraron con compasión, todos me quisieron hacer entender que él no es bueno para mi, que me va a seguir lastimando. Y la verdad que el jueves les hubiera dicho que tenían razón, pero el viernes las cosas volvieron a mutar, sorprendiéndome.
Todo el viernes me apuró, porque se tenía que ir, y sin embargo salimos dos horas tarde del departamento porque no podíamos despegarnos. Volvimos a dormir la siesta juntos, y fue cuando entendí que es eso lo que necesita. Y se abrió, al fin se abrió conmigo y pudo decirme qué es lo que le pasa. Y me dijo que conmigo tiene la responsabilidad de ser un superhombre todo el tiempo, y no entendió nada. Se lo dije. No necesito que me vendas un hombre genial todo el tiempo, porque estoy profundamente enamorada de tus defectos, no quiero un robot que me sonría y me mienta. No necesito que se tensione conmigo como se tensionó siempre en sus relaciones con las mujeres para ser perfecto. Porque no sirve, porque se rompe, se escapa, se castiga. No soy parte de su club de fans, ni quiero estar en la lista de mujeres por las cuales tuvo que reprimirse, odiarse, lastimarse. Porque es entonces cuando deja de ser auténtico, pierde de vista lo maravillosamente imperfecto que es, y se agobia. Me dijo que necesita aislarse de todo, incluso de mi.
Así que me llamo a silencio. Mi hombre imperfecto necesita su trinchera, refugiarse incluso de mi. No tengo un solo motivo para no dejarlo descansar tranquilo.

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